miércoles, 2 de septiembre de 2015

Tentaciones Irresistibles Parte 4: Capítulo 8

—¿No quieres saludar a Silvina? —preguntó Carmen.
Ambar arrugó ligeramente la naríz y después saludó educadamente.
—Hola, Silvina, ¿cómo estás?
—Muy bien, gracias —contestó Silvina con una sonrisa— . Estás muy alta.
Ambar no contestó. Por alguna razón, nunca había congeniado con la ex mujer de Pedro, algo que a Carmen le extrañaba. Aquella niña era excepcionalmente sociable.
Marta entró en aquel momento en la cocina.
—Por la forma en la que has salido corriendo, sabía que tu madre estaba en casa. ¿Cómo ha ido la presentación —le preguntó a Carmen.
—Agotadora, pero un éxito. ¿Y aquí como han ido las cosas?
—Ha sido una locura.
—O sea, que nada fuera de lo normal.
—Ya sabes cómo son tus hijos —contestó Marta con una sonrisa—. Me van a hacer envejecer antes de tiempo.
—Tú eres más joven que yo —bromeó Carmen—. Apuesto a que yo envejezco antes.
—Ya veremos.
Marta abrió los brazos y Ambar corrió hacia ella. La niñera la sacó entonces de la cocina.
—Se lleva estupendamente con los niños —comentó Silvina—. Tuviste mucha suerte al encontrarla.
—Sí, lo sé. Gracias a ella, Miguel y yo hemos podido adoptar a tantos niños.
Sin ayuda, se habrían visto obligados a dejar de adoptar después del tercero o el cuarto. Carmen no quería ni pensar en ello. Quería a esas ocho criaturas como si fueran sus propios hijos y era incapaz de imaginarse la vida sin alguno de ellos.
—Tienes una vida perfecta —musitó Silvina.
Carmen pensó entonces en el dolor de pies y en los sofocos que la habían mantenido despierta durante las dos noches anteriores.
—No puedo decir que sea perfecta, pero por lo menos es una vida que me hace feliz.
—Esos niños son una bendición.
Carmen miró a Silvina y vio el dolor que reflejaba su mirada. No pudo menos que compadecerla. Si las cosas hubieran salido bien, a esas alturas Silvina ya debería tener uno o dos hijos. Pero las cosas no habían ido como todos esperaban. Todo había cambiado en el momento en el que Pedro había anunciado que quería el divorcio. Nunca había querido explicarle a su madre por qué, y Silvina decía estar igualmente desconcertada por aquel cambio repentino en sus sentimientos.
Carmen sabía que tenía que haber alguna razón. Pedro  era su hijo mayor y ocupaba un lugar muy especial en su corazón. Habían pasado muchas cosas juntos y sabía que no era la clase de hombre capaz de abandonar a una mujer sin motivo alguno. Estaba muy lejos de ser un hombre cruel o despiadado. Pero ella continuaba sin saber los motivos que le habían llevado a separarse de su esposa.
A Carmen le hubiera gustado decir algo para consolar a su amiga, pero no se le ocurría nada. Silvina sonrió con valor.
—Lo siento. No pretendía ponerme sentimental. Soy consciente de que te pongo en una situación embarazosa y no quiero empeorar las cosas. Pero quiero que sepas lo mucho que te agradezco que me ayudes con todas estas labores benéficas. Significa mucho para mí.
—Me encanta que trabajemos juntas —respondió Carmen—. Haya pasado lo que haya pasado entre Pedro y tú, no tiene por qué afectar a nuestra amistad.
Además, en el fondo continuaba albergando la esperanza de que su hijo volviera con Silvina.
Silvina tomó aire.
—Si no te parece mal, voy a quedarme un rato en tu despacho. Quiero descargar los menús de los últimos diez años. No quiero que repitamos ningún plato.
—Gracias por ocuparte tú de eso. Yo voy a ver cómo están los niños. Y no te vayas sin despedirte.
—Claro que no.
Silvina salió y Carmen se volvió hacia las escaleras, pero antes de que hubiera dado un solo paso, oyó la puerta del garaje. Eso sólo podía significar una cosa: Miguel estaba en casa.
Sabía que era una tontería, pero, después de veintisiete años de casada, el corazón todavía se le aceleraba al saber que estaba a punto de ver a su marido. Muchas de sus amigas hablaban de cómo iba desapareciendo la magia de sus matrimonios, se quejaban de que había desaparecido de ellos toda emoción, pero ése no era el caso de Carmen. Nunca lo había sido. Cada día quería más a Miguel. Para ella, era su príncipe azul. Y aunque adoraba a sus hijos, él era el único que de verdad le había robado el corazón.
Se pasó la mano por el pelo y se alisó la chaqueta. No tenía tiempo de maquillarse, así que se mordió los labios para hacerlos enrojecer y tomó aire. Quería estar atractiva para Miguel. Segundos después, se abrió la puerta del cuarto de lavar y planchar y entró Miguel en la cocina.
Estaba exactamente como el día que Carmen le había conocido; era un hombre alto, atractivo, de pelo rubio oscuro y ojos profundamente azules. Unos ojos que entrecerraba a veces ligeramente, como si estuviera ocultando algún divertido secreto.
—Hola, cariño —dijo Miguel mientras se acercaba a ella—, ¿cómo estás?
—Muy bien. Qué pronto has llegado hoy.
—Quería verte.
A Carmen  le dio un vuelco el corazón. En el instante en el que Miguel rozó sus labios, renació una vez más el deseo.
Carmen disimuló aquella reacción ante un beso sin importancia, algo que había aprendido a hacer durante los primeros meses de su matrimonio. Pero eso no significaba que el deseo desapareciera.
Años atrás, había leído un artículo sobre las relaciones de pareja. El autor decía que en la mayoría de los matrimonios, los sentimientos de uno de los miembros eran más intensos que los del otro. Carmen sabía que en su caso era completamente cierto. Miguel la quería, pero no la idolatraba como ella a él. No comprendía la profundidad de su sentimientos. Ella había aprendido a controlar aquellos sentimientos salvajes que se desataban en su interior cada vez que Miguel estaba cerca, pero jamás había conseguido aplacarlos. Para ella, no había habido nunca otro hombre.

7 comentarios:

  1. Me fascina esta parte de la historia. Me encantaaaaaaaaaaaa!!!!!!!!!!!

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  2. me encanta espero por los proximos cap besos

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    1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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    2. hola gracias por comentar, mi tw es @natypauliter, si queres que te la pase decime, subo lunes miercoles viernes y domingos, los otros días va la otra nove

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  3. hermoso final,se ve que esta parte de la historia va a ser muy divertida rociibell23

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  4. Muy buenos capítulos! Se me hace que Miguel solo pudo amar a la mamá de Paula, la aceptará tan fácilmente???

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