miércoles, 9 de septiembre de 2015

Tentaciones Irresistibles Parte 4: Capítulo 29

—Necesitamos dar un giro a todo esto —dijo Juan.
Juan era el experto en medios de comunicación de Miguel. Era un hombre decidido, una característica que Pedro imaginaba fundamental para tener éxito en su trabajo.
—No podemos perder el control —dijo alguien—. Tenemos que manejar nosotros todo este asunto. Y rápido.
El «asunto» en cuestión era Paula Chaves. Pedro se preguntó qué pensaría ella de aquella reunión. Tenía la sensación de que odiaría ser el motivo de la misma y que le molestaría que la consideraran un asunto que había que manejar.
—Podemos presentarla en un acto benéfico —propuso Juan—. Carmen se pasa la vida organizándolos. Está en muchos comités y ese tipo de *******, ¿verdad?
Pedro  arqueó las cejas.
—Carmen está dedicando su vida entera a esa labor —dijo sin alzar la voz—. Supongo que eso lo eleva a un nivel superior al de una estupidez, ¿no te parece?
Juan pareció sentirse momentáneamente incómodo.
—Claro, lo que tú digas. Lo que yo quiero señalar es que es una mujer visible. ¿Qué tal si Paula y ella aparecen juntas en algún acto benéfico? Podrían presentarlo juntas. Puede ser lo que ellas quieran. Un almuerzo, por ejemplo. Algo positivo.
Miguel asintió lentamente.
—Estoy seguro de que Carmen estaría de acuerdo en algo así.
No le iba a gustar, pensó Pedro. Pero lo haría si Miguel se lo pedía.
—¿Y Paula? —preguntó Juan—. ¿Ella estaría dispuesta?
Miguel miró a Pedro.
—¿A ti qué te parece?
Pedro se preguntó desde cuándo se había convertido en el experto en Paula Chaves. ¿O se habría dado cuenta su padre de la tensión sexual que había entre ellos? Pedro había hecho todo lo posible por no demostrar su interés, pero no sería aquélla la primera vez que Miguel le sorprendía.
—En cuanto se dé cuenta de lo que está en juego, lo estará.
—Estupendo —Juan introdujo alguna información en su Blackberry—. Tenemos que darle la vuelta a la historia. Ahora mismo se nos ha escapado de las manos y la prensa se está ocupando de ella. Necesitamos recuperar el control. Seguramente querrán averiguar quién era la madre de Paula y cuándo te acostaste con ella. Eso no nos conviene. Por supuesto, sabemos que no estabas casado y eso nos ayuda, pero aun así, no es una información favorable. Tendré que trabajar en ello.
La reunión continuó durante otros diez minutos. Cuando terminó, Miguel le pidió a Pedro que se quedara un momento.
—¿Ha pasado algo más con ese periodista? —le preguntó en cuanto estuvieron a solas.
A Pedro no le sorprendió que Miguel estuviera informado.
—¿Quieres saber si de verdad le di un puñetazo? La repuesta es sí.
—Todavía no ha salido nada en la prensa, pero he recibido una llamada. Estás metido hasta el cuello en esto.
Pedro  ya sabía que aquel golpe tendría consecuencias funestas. Aun así, sintió una desagradable tensión en el estómago. Si le denunciaban y la denuncia prosperaba, estaban perdidos. Aunque si tuviera que volver a hacerlo, lo haría. Ese canalla se lo merecía.
Miguel se levantó y le fulminó con la mirada.
—¿En qué estabas pensando para hacer una cosa así?
—En ese momento no era capaz de pensar. Alguien se estaba aprovechando de Luisa. Quería defender a mi hermana.
—¿Y crees que Luisa es capaz de apreciar lo que has hecho? ¿Crees que ella entendía lo que estaba pasando? Esto podría acabar con tu carrera de abogado.
—Sabré cómo manejarlo.
—Siempre y cuando nadie tenga ganas de ir a por ti, ¿no? —Miguel comenzó a caminar nervioso por la habitación—. Maldita sea, Pedro, vas a arruinar tu carrera. ¿De verdad no te importa?
Pedro se levantó.
—Ya sé que mi actuación tendrá consecuencias. Pero te he dicho que podré manejarlas y lo haré.
—Tienes que aprender a pasar determinadas cosas por alto.
Aquellas palabras no deberían haberle sorprendido. Al fin y al cabo, Miguel era un político consumado.
—En lo que concierne a mi familia, no estoy dispuesto a pasar nada por alto.
—En ese caso, espero que estés preparado para renunciar a la abogacía, porque es posible que te veas obligado a hacerlo.
Paula entró en el restaurante y no le sorprendió encontrarlo abarrotado. En el estacionamiento no cabía un coche más. Lo que no esperaba era ser atacada por varios periodistas con sus respectivas cámaras y grabadoras digitales.
—¿Se ha reunido hoy con su padre?
—¿Desde cuándo es consciente de su parentesco con el senador Schulz?
—¿El marido de su madre estaba al tanto de esa aventura?
Paula tomó aire y alzó las manos.
—Si se callan un momento, me gustaría hacer una declaración.

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