domingo, 20 de septiembre de 2015

Tentaciones Irresistibles Parte 4: Capítulo 58

—Yo también estoy muy unida a mis hermanos. Sobre todo a matías, que es el mayor. Supongo que es porque siempre ha cuidado de mí.
—La familia es muy importante —dijo Carmen—. Y también recaudar fondos para la investigación sobre el cáncer de mama, que será el objetivo del almuerzo al que vamos a asistir. Creo que ya te comenté que tendrás que decir algo.
Paula tragó saliva.
—Sí, ya me lo dijiste. Y creo que yo comenté algo sobre que probablemente vomitaría.
—No te preocupes. Seguro que lo harás perfectamente. Estamos hablando de cinco o seis minutos como mucho.
Como si eso fuera poco, pensó Paula, diciéndose a sí misma que era una tontería dejarse llevar tan pronto por el pánico. Debería esperar a que estuvieran más cerca del acontecimiento. Entonces ya tendría tiempo de vivir aterrada.
—Tenemos que pensar en la ropa que nos vamos a poner —continuó Carmen—. No podemos ir demasiado parecidas, pero tampoco es bueno que contraste mucho nuestra imagen. Normalmente no me preocupo por este tipo de cosas, pero nos harán muchas fotografías. Un vestido y una chaqueta siempre son una buena opción. También un traje chaqueta. Si no eres capaz de decidirte, estaré encantada de echarte una mano. Por supuesto, admito que soy mucho mayor que tú, así que comprendería que te diera terror mi opinión.
—Al contrario. Me encantaría que me aconsejaras —dijo Paula—. Siempre vas tan elegante…
Carmen bajó la mirada hacia su sudadera.
—No lo dirás por hoy. Pero bueno, volvamos al almuerzo. La verdad es que deberías comer algo antes de ir. Habrá tanta gente queriendo hablar contigo que probablemente no tendrás oportunidad de probar bocado. Además, supongo que no querrás salir en ninguna fotografía con un trozo de comida entre los dientes.
—¿Voy tomando notas? —preguntó Paula mientras su inicial aprensión se tornaba en miedo—. ¿Qué pasará si no soy capaz de hacer esto? No quiero poneros en evidencia ni a tí ni a tu familia. En realidad, este tipo de cosas no se me dan nada bien. No tengo ninguna experiencia.
Carmen  posó la mano en su brazo.
—Tranquilízate, no pasará nada. No será tan difícil. Admito que puede asustar un poco al principio, pero estoy segura de que serás capaz de superar la prueba y, la próxima vez, será mucho más fácil.
¿La próxima vez?
—No creo —musitó Paula, pensando tanto en su capacidad de superar la prueba como en la posibilidad de que hubiera una próxima vez.
Carmen le sonrió.
—Confía en mí.
—Tú no tienes por qué hacer esto —dijo Paula en un impulso—. No tienes por qué ser amable conmigo, ni ayudarme, ni aceptarme. Y, sin embargo, lo estás haciendo. Lo siento, de verdad. Jamás pretendí causarte ningún problema. Nunca he querido hacer daño a nadie.
—Por supuesto que no —le dijo Carmen—. Reconozco que la situación representa para mí un auténtico desafío, pero sé que tú no tienes la culpa de nada.
—Eres increíble —susurró Paula.
—Tengo mis momentos —admitió Carmen—. No siempre estoy orgullosa de lo que hago, pero es algo a lo que tengo que enfrentarme. Tú querías conocer a tu padre y eso es algo completamente lógico —frunció el ceño—. Hablando de Miguel… hay algo que me gustaría enseñarte.
Se levantó y se acercó a una de las estanterías de obra del salón. De las puertas inferiores sacó un par de álbumes de fotografías. Después, volvió a sentarse en el sofá, al lado de Paula.
—Son fotografías —anunció—, tengo centenares de ellas. Así que, si algún día no consigues conciliar el sueño, puedes pasarte por aquí y morirte de aburrimiento viendo fotografía tras fotografía. Fue la madre de Miguel la que preparó los álbumes. —Carmen la miró—. Seguro que a ella le habría encantado saber que tenía una nieta. Blanca murió hace diez años
Abuelos. Paula no había pensado en una familia extensa ¿Tendría también otros parientes? Antes de que pudiera preguntarlo, Carmen  le aclaró.
—El padre de Miguel murió cuando Miguel tenía cinco o seis años. Y que yo sepa, no hay ningún otro pariente.
—Oh —Paula no sabía qué sentir al respecto.
De momento, le bastaba con intentar asimilar la existencia de Miguel.
Carmen abrió el álbum más viejo.
—Aquí tienes las fotografías de Miguel cuando era pequeño —le explicó mientras las iba señalando.
Carmen iba pasando las páginas, contándole quiénes eran los que aparecían en las fotografías. Paula intentaba decirse que aquélla era su familia, pero la verdad era que todos le resultaban unos perfectos des conocidos.
—Ah, están aquí.

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