lunes, 21 de septiembre de 2015

Tentaciones Irresistibles Parte 4: Capítulo 68

Paula imaginaba que las cosas no podían ir mejor. La noche había sido espectacular, la mañana deliciosamente relajante y de pronto tenía una nueva oferta de trabajo.
Dirigir el Chave's era tentador. Sinceramente, lo único que le impedía aceptar aquella oferta era que sólo llevaba unas cuantas semanas trabajando con Bernie y no le hacía ninguna gracia dejarle en la estacada. Por supuesto, si le daba la noticia con tiempo de antelación, la situación no sería tan grave…
Rió en voz alta al darse cuenta de que ya había tomado una decisión: quería trabajar en el Chave's. De alguna manera, sería como completar el círculo.
Se dirigió al Bella Roma y no se fijó en la mujer que había en la puerta hasta que prácticamente chocó con ella. Paula retrocedió precipitadamente y se la quedó mirando de hito en hito.
—¿Silvina? ¿Qué estás haciendo aquí?
La pelirroja condujo a Paula hasta uno de los bancos que había en la puerta del restaurante.
—Tenemos que hablar.
A Paula no le gustó cómo sonaba eso.
—La verdad es que yo no creo que tengamos nada que decirnos. Además, tengo que marcharme. Entro a trabajar dentro de treinta segundos.
—Lo que tengo que decirte no me llevará mucho más tiempo. Es sobre Pedro. Por lo que han publicado los periódicos, me temo que no está siendo sincero con ninguna de nosotras.
Paula se tensó instintivamente. Inmediatamente se dijo que no debía ser tonta. Fiona tenía motivos para intentar causarle problemas, pero era imposible que tuviera ninguna clase de relación con Pedro. Absolutamente imposible. Pedro no era la clase de hombre que jugaba con los demás. Más aún, él jamás perdonaría el engaño de Fiona.
—Conmigo está siendo muy sincero —respondió Paula con voz firme.
—¿Ah, sí? ¿Entonces te ha dicho que continuamos viéndonos de vez en cuando? ¿Y que estuve en su casa hace un par de noches, y también la semana anterior?
Paula tomó aire. Tenía que mantener la calma. Silvina estaba mintiendo.
—Eso son tonterías.
Silvina inclinó entonces la cabeza.
—¿No te encanta la chimenea del dormitorio? Es increíble cómo se enciende con el mando a distancia. Y crea un ambiente tan romántico. ¿Y habéis usado ya el jacuzzi? Porque conmigo ya lo ha utilizado.
Paula sintió que se le helaba la sangre en las venas.
—Estás mintiendo.
Silvina la miró entonces con expresión compasiva.
—La verdad es que estoy intentando salvarte ahora que todavía estás a tiempo. Mi problema es que no puedo dejar de quererle, por muy mal que se porte conmigo. Pero tú todavía tienes alguna posibilidad de salvarte, o, por lo menos, eso espero —abrió el bolso que llevaba en la mano y le tendió una ecografía—. Mira, estoy embarazada de doce semanas. Todavía no se puede identificar lo que es, pero todo está progresando sin ninguna clase de problema.
Paula se quedó mirando la fotografía sin poder dar crédito a lo que estaba viendo. Era poco más que una mancha sobre el papel, pero tras haber visto las ecografías del embarazo de Sofía la reconoció perfectamente.
—Estás embarazada —dijo casi sin aliento.
—De Pedro —Silvina se alisó la parte delantera de la camisa, mostrando su vientre ligeramente abultado—. Estamos en proceso de reconciliación. Sé que tendré que convivir con otras mujeres, pero ése parece ser el destino de las esposas de los Schulz. Ellas aman a sus hombres sean ellos como sean. Mira todo lo que ha tenido que sufrir Carmen con Miguel.
Se refería al hecho de conocer la existencia de la madre de Paula. Pero eso no era nada comparado con la noticia que Silvina acababa de darle. Paula le devolvió la fotografía y se levantó.
—Tengo que ir a trabajar —farfulló.
Apenas era capaz de articular palabra. No podía pensar, no podía concentrarse. Nada de aquello era real. No podía serlo.
Pero, por supuesto, tanto con Martín como con Ryan había tenido aquella misma sensación de irrealidad.
Ella creía que Pedro era diferente, que no era como los otros hombres con los que se había cruzado a lo largo de su vida. Había confiado en él, le había entregado su corazón. Pero había vuelto a equivocarse: Pedro había demostrado ser un mentiroso sin escrúpulos como todos los demás.
Paula  se acurrucaba en la esquina del sofá, dejando que Gloria la abrazara y la meciera hacia delante y hacia atrás
Todo le dolía y apenas podía respirar por culpa de los sollozos. Se sentía como si le hubieran dado una paliza y después le hubiera pasado un camión por encima, pero su caso era todavía peor, porque ella era la única responsable de lo que le había pasado.
—Confiaba en él —lloraba—. Confiaba en él. Pero debería haber tenido más cuidado. Todos son iguales. Todos. Yo creía que Pedro era diferente. Pensaba que era mejor que Ryan y que Martín, pero no es cierto.
Gloria le acariciaba el pelo mientras intentaba consolarla.

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