miércoles, 2 de septiembre de 2015

Tentaciones Irresistibles Parte 4: Capítulo 6

—Excelente —musitó mientras se acercaba al vestíbulo.
Hasta el momento, trabajar en el Bella Roma estaba siendo un sueño. No había nada que quisiera…
—¿Paula?
Paula se volvió y vió a su hermano Agustín. Le sonrió de oreja a oreja.
—¿Has venido para ver cómo me iban las cosas? —le preguntó Paula mientras él la abrazaba y le daba un beso en la frente.
—Eso te gustaría a tí.
Agustín, un ex marine, se había hecho cargo recientemente del imperio Chaves. Era él el que dirigía la corporación que agrupaba los cuatro restaurantes de la familia. Había asumido el liderazgo de la empresa cuando Gloria, la gran matriarca de la familia, además de la abuela de Paula  y de sus tres hermanos, había sufrido un ataque al corazón y se había roto la cadera. A las pocas semanas de haber ocupado aquel cargo, Agustín había descubierto que aquélla era su verdadera vocación.
Paula se alegraba infinitamente por él. Agustín era un gran tipo y estaba haciendo un trabajo excelente. En realidad ella nunca había estado interesada en dirigir aquel negocio. Sólo quería tener la oportunidad de demostrarse a sí misma que era capaz de hacerse cargo de uno de los restaurantes. Gloria le había puesto al mando del Burger Heaven, pero se había negado a ascenderle de categoría. Después de pasar años intentando complacer a una mujer que en realidad parecía odiarla, Paula había descubierto los motivos de aquel encono. La propia Gloria le había explicado que no era una auténtica Chaves, que su madre había tenido una aventura con otro hombre de la que ella era el resultado.
De modo que Paula no tenía ningún parentesco real con la matriarca de la familia. Seguramente, teniendo en cuenta que Gloria siempre se había mostrado distante y crítica con ella, aquella revelación debería haberle aliviado, pero no había sido así.
A pesar de su falta de relación sanguínea, Paula sabía que Gloria siempre sería su abuela, por lo menos en lo que hacía referencia a su propio corazón, pero teniendo en cuenta cómo se había comportado hasta entonces, era poco probable que pudieran llegar a tener una relación de abuela y nieta.
Paula se decía a sí misma que no le importaba. Y, por lo menos, de aquella información había extraído algo bueno.
Tras saber que Miguel Schulz podía ser su verdadero padre, se le abría la posibilidad de tener toda una familia nueva a la que sentirse unida. Lo malo era que había pasado toda su vida siendo una Chaves y, en realidad, tampoco le apetecía ser otra cosa.
Agustín la soltó.
—¿Qué tal van las cosas por aquí?
—Genial. Me encanta mi trabajo. Bernie es el mejor y el personal de cocina está intentando impresionarme. Eso significa que estoy empezando a ganármelos. ¿Y qué haces tú por aquí? ¿Has venido a ver si podías comer algo decente para variar?
Aquella pregunta le hizo sonreír.
—¿Acaso crees que un poco de pasta con salsa roja puede competir con las delicias que prepara Sofía?
Sofía estaba casada con Matías, el hermano mayor de Paula. Era una cocinera extraordinaria y trabajaba en el Waterfront, la marisquería de los Chaves.
—Si lo dices así… —gruñó Paula, consciente de que Sofía era una cocinera genial—. Pero aquí tenemos un montón de cosas que vosotros no ofrecéis. Y ahora que pienso en ello, creo que deberíamos abrir un restaurante italiano. Son muy populares y los beneficios que dejan son fantásticos.
Agustín se la quedó mirando fijamente.
—No he venido aquí para hablar de negocios.
—Pero sería muy buena idea montar un restaurante italiano.
—Una idea excelente, de hecho, si quieres que ignore el hecho de que estás intentando convencerme de que compita con tu actual jefe.
¡Uy! Paula miró a su alrededor para ver si alguien les había oído. Maldita fuera. ¿Cuándo iba a empezar a darse cuenta de que ya no era una Chaves? ¿De que no le debía a la familia ninguna lealtad y debería emplear todas sus energías en el Bella Roma?
—De acuerdo, comprendido. Pero si no has venido aquí por el pan de ajo, ¿a qué has venido?
—Por Clara.
Paula le agarró del brazo.
—¿Se encuentra bien? ¿Ha ocurrido algo?
—No, está perfectamente. Seguimos adelante con los planes de boda. Ella quiere una boda de cuento de hadas, con miles de flores y lucecitas. Y yo quiero hacerle feliz.
Hasta ese momento, a Paula le habría resultado imposible imaginarse a su hermano hablando de lucecitas de colores y de flores con el semblante tan serio. De hecho, habría jurado que ni siquiera sabía lo que eran. Pero desde que se había enamorado de Clara, era un hombre diferente. Más abierto, más sensible, más consciente de la existencia de las flores.
—Estoy segura de que la boda será preciosa.
—Clara quiere que vayas. No va a tener dama de honor. Al parecer, es demasiado complicado. Pero tendrá un montón de ayudantes y le gustaría que tú fueras una de ellas. De todas formas, no quiere presionarte, así que me ha pedido que te lo sugiera yo, para que, en el caso de que quieras negarte, te resulte más fácil hacerlo.
Paula sonrió.
—¿De verdad? ¿De verdad quiere que vaya a su boda?
—Claro que sí. Le caes muy bien. Además, eres parte de la familia, y no se te ocurra decir que no. Ya estoy cansado de ese tema. Eres tan Chaves como cualquiera de nosotros. Eres mi hermana. Y aunque hubiera sido una nave extraterrestre la que te hubiera dejado en mi casa, seguirías siendo mi hermana.
Su vehemencia podría haber preocupado a cualquiera que no le conociera, pero Paula sabía que era su forma de decirle que la quería. Podía no estar segura de cuál era su lugar en el mundo o su verdadero apellido, pero no tenía ninguna duda de lo mucho que les importaba a sus hermanos.

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