jueves, 17 de septiembre de 2015

Tentaciones Irresistibles Parte 4: Capítulo 57

Paula  llegó a la casa de los Schulz a la hora que había acordado con Carmen. Se suponía que tenían que hablar del acto benéfico. Mientras llamaba al timbre, a Paula se le ocurrió pensar que ni siquiera sabía qué tipo de acto benéfico iba apoyar. Probablemente, ésa sería la primera pregunta que tendría que hacer.
Carmen  abrió la puerta. Por primera vez desde que Paula la conocía, no estaba perfectamente arreglada. Tenía el pelo lacio e iba vestida con una sudadera y unos vaqueros.
—¿Ya son las tres? —preguntó mientras se alisaba la sudadera—. Ni siquiera he tenido tiempo de mirar el reloj. Están todos los niños en casa, así que esto es un caos.
—Si lo prefieres, podemos dejarlo para otro momento .
—No, no, pasa —Carmen retrocedió para invitarla a entrar—. No voy a hacerte venir hasta aquí para nada.
Despeinada y con aquella ropa informal, Carmen parecía una persona mucho más accesible. Por supuesto, siempre había sido exquisita con ella, pero aquel aspecto le daba más tranquilidad.
Paula  la siguió hasta el cuarto de estar. Ambar, Gastón y Leandro estaban sentados en el suelo, alrededor de un juego de bloques de construcción y Luisa en una silla, leyendo un libro de Nancy Drew.
En cuanto vio a Paula, Luisa se levantó de un salto.
—Hola. Mamá nos había dicho que ibas a venir.
—Hola a todos —saludó al resto de los niños y se volvió hacia Luisa—. ¿No te encanta Nancy Drew? Un verano, mi abuela me regaló toda la colección, y me dediqué a leer un libro tras otro.
Luisa asintió con timidez.
—Éste era de mi madre, pero lo cuido mucho. Me lavo las manos antes de leerlo y todo.
—Estoy segura de que Carmen lo aprecia —contestó Paula—. Y me parece muy bien que sepas lo importantes que son los libros.
Luisa sonrió de oreja a oreja y Carmen le pasó el brazo por los hombros.
—Estoy muy orgullosa de Luisa en muchos sentidos.
Luisa se reclinó contra ella. Carmen la abrazó y suspiró.
—Paula, tengo que hacer una llamada de teléfono. ¿Puedes quedarte con mi rebaño?
—Por supuesto.
—Sólo serán unos minutos. Y después hablaremos de ese almuerzo al que tenemos que ir.
Sinceramente, Paula prefería jugar con los niños a tener que hablar de los detalles del almuerzo. Se sentó en el suelo y Ambar corrió inmediatamente a su regazo.
—Hola, Ambar —le dijo Paula.
—Hola, Paula —Ambar se echó a reír—. Éste es un juego de chicos. Tendríamos que jugar a algo de niñas. Como a disfrazarnos.
Luisa apretó los labios.
—Eso es para niños pequeños.
—Yo soy una niña —dijo Ambar con orgullo—. Soy la pequeña. Mamá no quiere que crezca nunca. Me lo ha dicho.
Paula  se preguntaba cómo afectarían las diferencias entre los hermanos a la dinámica de la familia.
—Yo también era la más pequeña —le explicó Paula—. Y la única chica. Es divertido ser la pequeña, pero Luisa se está convirtiendo en toda una jovencita.
A Luisa pareció gustarle aquel comentario.
—Dentro de poco voy a cumplir quince años.
—Vaya, quince años —dijo Paula—. Me acuerdo del día que los cumplí yo. Es una fecha muy importante.
—Yo voy a cumplir seis —anunció Ambar.
—Los seis años también son muy importantes, pero convertirse en una adolescente es algo muy especial. Mi mejor amiga sólo era tres semanas mayor que yo. Me acuerdo de que su madre nos llevó a comprarnos juntas nuestros primeros zapatos de tacón cuando mi amiga cumplió quince años. Fue muy divertido. Todavía los guardo.
En realidad, no pensaba ponérselos nunca, estaban completamente pasados de moda. Pero eran un buen recuerdo.
—Los chicos no llevan zapatos de tacón —dijo Leandro.
—Tienes razón —al menos en general. Porque aquél no era momento para ponerse a hablar de drag queens.
Carmen llegó en aquel momento.
—Ya está. ¿Te han torturado mucho?
—En absoluto.
—Estupendo —Carmen miró el reloj—. Creo que éste es el momento de que vayan a merendar. ¿Quién quiere ir a ver si Marta ya ha preparado la merienda?
Los niños y Ambar se fueron corriendo, pero Luisa vaciló.
—Paula, ¿quieres tomar algo? —preguntó.
Carmen arqueó las cejas.
—Gracias por ser tan educada, Luisa. Me parece mentira que a mí se me haya olvidado preguntárselo. Paula, ¿quieres tomar algo?
Paula le sonrió a Luisa.
—No, estoy bien, pero gracias por preguntarlo.
—De nada.
Luisa salió entonces de la habitación y Paula se acercó al sofá.
—Son maravillosos. Todos ellos. Pero no sé cómo puedes continuar cuerda con todo el trabajo que dan.
Carmen se echó a reír.
—Lo de menos es la cordura. Lo único que hace falta es paciencia y amor.
—Y es evidente que a tí te sobran.
—Tú también te llevas muy bien con ellos.
—Me encantan —admitió Paula—. Y tengo debilidad por Luisa. Es tan dulce… y tiene un pelo precioso.
—Estoy completamente de acuerdo contigo, en las dos cosas. Cuando Pedro y Silvina todavía estaban casados y la gente nos veía juntos, muchas veces pensaban que era hija o hermana de Silvina.
Carmen frunció el ceño ligeramente y sacudió la cabeza.
—En parte también porque Pedro siempre ha estado muy unido a Luisa. Hay un vínculo muy especial entre los dos.
Paula  prefería con mucho tener información de la relación de Pedro  con su hermana a oír hablar de su ex esposa.

3 comentarios:

  1. me super encantaron besos espero el siguiente

    ResponderEliminar
  2. Hermosos los 5 caps, cada vez mejor esta parte de la historia Naty. Me fascina.

    ResponderEliminar
  3. Muy buenos capítulos! Menos mal que se arreglaron y salió bien lo de la demanda!

    ResponderEliminar