viernes, 18 de noviembre de 2022

Yo Estaba Aquí: Capítulo 38

Echando la vista atrás, supo que nunca habría podido superarlo de no haber sido por Paula. Había sido la amiga con la que había descargado toda su rabia y todos sus sentimientos. Era la amiga que le había visto llorar, cuando él se mantenía firme con todos los demás, incluyendo su propia familia. Ella le conocía mejor que nadie.


 –¿Sabes? –le dijo–. Siempre has sido mejor amiga para mí de lo que yo lo he sido para tí.

 

–No es un concurso, Pedro. Pero, si quieres ayudarme ahora… –sugirió Paula mientras él detenía el camión. La señorita Joan ya había parado su coche. El plan era seguir desde ahí a pie.


 –¿Sí? –preguntó él, esperando a que terminara.


 Paula estaba nerviosa por la idea de pisar la nieve por primera vez. No quería quedar en ridículo.


 –Si me resbalo, sujétame para no quedar en ridículo delante de todos.


 Pedro sonrió antes de bajar del camión. 


–Yo te cubro, muñeca –le prometió.

 

Conmovida, Paula abrió su puerta y contempló el suelo completamente blanco a sus pies. Le parecía inofensivo. No podría ser tan malo. Así que saltó. Acto seguido, sintió que sus botas se hundían en la nieve en busca del suelo. Ella soltó un grito sin darse cuenta. 


 –¡Pedro!


 Todas las terminaciones nerviosas de su cuerpo se pusieron alerta. De pie al otro lado de la cabina del camión, incapaz de ver a Paula, solo podía guiarse por su voz, que era una mezcla de pánico y sorpresa. Antes de que su imaginación tuviera tiempo de dispararse, él había bordeado la cabina del camión y había visto cuál era el problema. Ella no tenía dónde apoyarse. Le dió la mano para evitar que siguiera hundiéndose en la nieve y, además de mantenerla erguida, tuvo que hacer un esfuerzo por no reírse al ver la expresión de angustia de su cara. Se dió cuenta de que Paula no bromeaba. Aquella era su primera experiencia en la nieve.


 –Tardarás un poco en acostumbrarte –le dijo.


 –No me digas –murmuró ella en voz baja, molesta consigo misma.

 

–¿Van a venir, o queréis seguir intentando hacer ángeles de nieve? – gritó la señorita Joan mientras el resto del equipo se reunía a su alrededor y esperaba instrucciones. Todo grupo necesitaba un líder que se encargara de la organización, y la señorita Joan era claramente el suyo. 


 –Ya vamos –respondió Paula. Dando pasos cortos, mantuvo los brazos estirados para no perder el equilibrio e intentando no parecer un gorrión recién nacido que quisiera echar a volar.

 

–Ya lo estás consiguiendo –le dijo Pedro, y le dió la mano para que tuviera un punto de apoyo con el que mantenerse de pie.

 

–Si tú lo dices –respondió Paula, sin molestarse en disimular su sonrisa.


 Imaginó que, al fin y al cabo, la nieve tenía ciertas ventajas. Cualquier cosa que hiciera que Pedro tuviera contacto físico con ella no podía ser mala. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario