viernes, 4 de noviembre de 2022

Yo Estaba Aquí: Capítulo 8

 –Hay muchas maneras de crear recuerdos –contestó su jefa–. Entonces, ¿Alguna otra excusa?

 

–Sí, una muy grande –respondió Paula mientras colocaba el último plato sobre la cinta transportadora que llevaría los platos hasta el lavavajillas situado en la otra pared–. No sé bailar.


 –Bueno, eso es fácil de solucionar. Bailar es divertido. Yo puedo enseñarte. O Juan, mi marido. Si quieres a alguien más joven, le pediré a Cristian que te muestre los pasos básicos.


 –Justo lo que va a querer hacer cuando su esposa está a punto de tener su primer hijo. Enseñarme a mí a bailar.

 

–Claro, ¿Por qué no? –preguntó la señorita Joan–. Creo que es perfecto. Así dejará de preocuparse por todo durante un rato y a tí te será muy útil.

 

–Señorita Joan, agradezco lo que está intentando hacer, de verdad. Pero no tengo tiempo para clases de baile, igual que no tengo tiempo para ir a Murphy’s y…


 De pronto, la señorita Joan le dirigió una mirada. El tipo de mirada que intimidaba a los hombres y que dejaba sin palabras a camareras como Nadia. Sin embargo, Paula estaba hecha de otra pasta, debido a toda la responsabilidad con la que había tenido que cargar desde muy joven. Así que se preparó y escuchó con la esperanza de poder ofrecer una buena respuesta.

 

–¿Te gusta trabajar en la cafetería? –le preguntó la señorita Joan transcurridos unos segundos.


 –Sí, ya sabe que sí.


 –Entonces, si quieres seguir teniendo un trabajo el lunes, irás a Murphy’s con tus amigas el viernes y te divertirás –le ordenó su jefa.


 –Oye, vieja –dijo Eduardo, el cocinero, al acercarse–. No puedes ordenarle a alguien que se divierta. No funciona así. Claro, que tal vez tú nunca te hayas divertido, así que no tienes manera de saber eso.

 

–Quizá tú no puedas ordenarle a alguien que se divierta, pero yo sí puedo –le aseguró la dueña al cocinero antes de devolver su atención a Paula–. ¿Y bien? ¿Qué vas a hacer? ¿Irás a Murphy’s el viernes por la noche y vendrás a trabajar el lunes, o te quedarás en casa estudiando y buscando trabajo?


 –No me despediría por algo así –señaló Paula con cierta seguridad. 

 

–No –convino la señorita Joan–. Te despediría por tu insubordinación. Te he dicho que hagas algo y tú te has negado directamente. Eso es bastante impertinente, me parece a mí. En otras palabras, insubordinación. Entonces, ¿Qué harás?


 Paula suspiró. Sabía en el fondo que aquello acabaría así.

 

–Iré –dijo al fin.

 

–¿Estás segura?

 

–Sí. Estoy segura. Iré –repitió Paula–. Pero no bailaré –eso era lo máximo que estaba dispuesta a ceder. Se negaba a hacer el ridículo.

 

Se consoló pensando que al menos estaría entre amigas. Por el momento, la señorita Joan pareció quedar satisfecha, aunque negó con la cabeza. 

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