lunes, 14 de noviembre de 2022

Yo Estaba Aquí: Capítulo 29

  –¿Qué tal fue qué? –preguntó inocentemente mientras se lo anudaba a la cintura.

 

El ceño fruncido de la señorita Joan indicó que no esperaba sacarle información con facilidad.


 –No te pongas impertinente conmigo, niña. Ya sabes de lo que estoy hablando. ¿Qué tal fue la noche?

 

Mantener la mente en blanco no estaba funcionando. La pregunta de su jefa le hizo recordar inmediatamente el baile con Pedro. Pero sobre todo le hizo pensar en el mágico beso que había compartido con él. Solo con pensar en ello se le aceleraba el pulso. 


–Estuvo bien –respondió, haciendo un tremendo esfuerzo por que su voz sonara neutral.


 La señorita Joan se carcajeó y entornó los párpados.

 

–No es eso lo que yo he oído.

 

Claro que no. Se trataba de la señorita Joan, la mujer que conseguía enterarse de todo lo que sucedía incluso antes que las personas implicadas. Aun así, Paula se hizo la inocente un poco más.

 

–Ah. ¿Y qué ha oído?


 La señorita Joan siguió limpiando el mostrador, que ya estaba tan limpio que brillaba.

 

–Que el pequeño de los Alfonso y tú se dieron un apasionado beso en la pista de baile después de que él te librara de las garras de un vaquero muy pesado.

 

Paula comenzó a deambular entre las mesas para llenar los azucareros.


 –¿Hay algo que no sepa usted?

 

La señorita Joan no dudó antes de responder.

 

–Bueno, habiendo empezando así, no sé por qué no disfrutaron de la compañía del otro durante el resto de la noche. Pero, en vez de eso, te fuiste a casa con Nadia y con tus otras amigas –la última parte sonó más como una acusación.

 

Tampoco era que Paula hubiera tomado la decisión de manera consciente, pero seguía las normas del buen comportamiento.

 

–Había accedido a salir con Nadia y las demás, así que lo lógico era que me fuera a casa con ellas.

 

–Pero fuiste a Murphy’s con Pedro –señaló la señorita Joan.

 

Normal que también se hubiera enterado de eso. Si se hubiera tratado de otra persona, le habría sorprendido lo mucho que sabía sobre la velada. Pero se trataba de la señorita Joan, y esa mujer tenía ojos en todas partes.


 –¿Lo organizó usted? –le preguntó a la dueña de la cafetería. Al ver que no respondía, Paula se explicó–. Que me recogiera Pedro en vez de Nadia.

 

La expresión de la señorita Joan era inescrutable.

 

–¿Por qué iba yo a hacer algo así?

 

Paula se dió cuenta de que la mujer no lo negaba, sino que en su lugar hacía otra pregunta para distraer su atención. O esa era su esperanza.

 

–Oh, no sé –respondió Paula–. Tal vez por la misma razón por la que me envió ese bonito vestido azul. 

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