lunes, 28 de noviembre de 2022

Yo estaba Aquí: Capítulo 57

 –Es un niño, Luciana –anunció–. Tienes uno de cada –con todo el cuidado que pudo colocó al bebé en brazos de su madre–. No te ofendas, Luciana, pero sinceramente espero que ya hayas terminado por hoy –agregó. 


Pero no hubo más sorpresas. Por segunda vez, Paula se dispuso a ponerse en pie. Al contrario que la primera vez, en esa ocasión lo consiguió.


 –Voy a por trapos limpios para envolver a los bebés –les dijo a Luciana y a la señorita Joan.

 

Dudaba que alguna de las dos la hubiese oído, pero no importaba, porque estaban ambas muy ocupadas en otros asuntos, pensó con una sonrisa mientras salía del cuarto de baño.  Y se dió de bruces contra Pedro.


 –¿Qué diablos te ha pasado? –le preguntó él al ver el estado de su uniforme.

 

Por primera vez desde que lo conocía, no se había disparado su Pedro, como llamaba a su capacidad para sentir su presencia siempre que él andaba cerca.

 

–Acabo de recibir una llamada de Cristian diciéndome que Luciana no contestaba al móvil y el sheriff ha dicho que debería haber llegado hace media hora. Sé que primero pasa por aquí a por su té, así que quería preguntarte si la habías visto.


Pronunció las palabras apresuradamente mientras contemplaba la sangre de su uniforme.  Paula asintió con la cabeza.

 

–Ahora mismo Luciana se encuentra en el lavabo.

 

–¿Está bien? –preguntó Pedro al tener la sensación de que aquella sangre no era de Paula.

 

Paula tomó aliento e intentó calmarse.


 –Ahora sí. Ah, por cierto, enhorabuena –dijo con una sonrisa–. Eres tío.


 Que él supiera, Luciana no salía de cuentas hasta dos semanas más tarde. El médico había calculado que el bebé nacería justo después de Navidad.


 –¿Qué? –le preguntó a Paula.


 –Luciana acaba de dar a luz a su bebé –explicó ella lentamente–. A sus bebés.

 

Pedro aún estaba procesando la primera parte de la frase.

 

–¿Aquí?

 

Ella asintió. Abrió un cajón situado a un lado y sacó varios trapos limpios.


 –No podían esperar.

 

–Espera… ¿Qué? ¿Podían? –repitió Pedro, claramente confuso. Se quedó mirando a Paula, intentando decidir cuál de los dos había perdido la cabeza–. ¿Qué quieres decir con que no podían esperar? ¿Quiénes?


 –Tu sobrino y tu sobrina. Luciana ha tenido gemelos –le dijo a Pedro–. Parece que Cristian y ella se lo tenían guardado. Solo lo sabían el médico y ellos. Por cierto, ¿Dónde está el médico? La señorita Joan había enviado a alguien a buscarle.

 

Pero Pedro no parecía estar haciéndole caso. Se había quedado parado al oír la palabra «Gemelos». Nunca antes le había visto quedarse pálido. 

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