viernes, 18 de noviembre de 2022

Yo Estaba Aquí: Capítulo 37

 –La señorita Joan dirige esto como si fuera una operación militar – comentó Pedro a medida que se acercaban a su destino.

 

–La señorita Joan tiene tendencia a dirigirlo todo como si fuera una operación militar –le recordó Paula.

 

Pedro asintió.

 

–Tal vez fuera hija de militares –imaginó. Era una posibilidad.


 Nadie en el pueblo sabía mucho sobre su pasado antes de llegar a Forever, y la señorita Joan no era muy abierta, a no ser que deseara serlo específicamente, cosa que no sucedía con frecuencia.

 

–Creo que probablemente le guste la precisión del ejército, así que es lo que imita. Eso y que le gusta dar órdenes a la gente –añadió Paula con una sonrisa–. Pero tiene buen corazón, así que supongo que lo compensa.

 

De todos era sabido que, si había alguien en apuros, la señorita Joan intervenía para ayudar y no pedía nada a cambio. Pedro vió que se acercaban al final del viaje. Cada vez más entusiasmada, de pronto se volvió hacia Pedro y preguntó:

 

–¿Cómo es la nieve?


 La pregunta le pilló por sorpresa. Estaba seguro de no haber oído bien.


 –¿Qué?


 Paula decidió replantear la pregunta. Tal vez Pedro tampoco hubiera visto nunca la nieve. Desde luego nunca le había mencionado nada al respecto.

 

–¿Sabes cómo es la nieve?

 

Pedro la miró como si hubiera perdido un tornillo.

 

–Claro que sí. ¿Es que tú no?


 Paula se encogió de hombros. Había cometido un error al preguntar. Pero se trataba de Pedro, y ambos compartían todo tipo de pensamientos. Sabía que no había sido su intención hacer que se sintiera una idiota por preguntar sobre la nieve. Solo esperaba que no pensara que era rara por no haber tenido nunca una bola de nieve en la mano.


 –No –respondió.


 Pedro pensó que estaba tomándole el pelo. Estaba lo suficientemente lejos del vehículo de la señorita Joan como para no chocarse contra él. Así que miró un instante a su mejor amiga antes de devolver la atención a la carretera. Quería aclarar aquello.

 

–¿Nunca has tocado la nieve? –le preguntó con incredulidad. 

 

–No importa –dijo Paula–. Olvida que te lo he preguntado –no debería haber hablado. A veces era demasiado sincera, demasiado confiada.

 

–No –insistió él–. Tú lo has empezado y ahora siento curiosidad. No puedo creer que no sepas cómo es la nieve. Ya ha nevado en la montaña en el pasado. Recuerdo al menos dos ocasiones en las que nevó.


 –Puede ser –no iba a discutir con él sobre eso, pero nunca había nevado a aquella altitud–. Nunca antes había subido a la montaña.

 

Pedro no podía creérselo. ¿Cómo podía no saber aquello sobre ella? Intentó recordar si alguna vez habían hablado algo que tuviera que ver con la nieve y se dió cuenta de que el tema nunca había surgido.

 

–¿Por qué no? –le preguntó.

 

Ella lo miró y se dió cuenta de que estaba preguntándoselo en serio.

 

–Bueno, desde que cumplí ocho años, siempre estuve ocupada ayudando a mi madre. Fue entonces cuando mi padre…

 

–Murió –concluyó Pedro. Se reprendió a sí mismo por su falta de tacto… Y de memoria–. Sí, ahora me acuerdo. Lo siento.

 

–No tienes nada que sentir –le dijo Paula–. Al fin y al cabo, no fui la única que perdió a un padre. Tú perdiste a tu madre.

 

–Sí, y tú estuviste a mi lado –recordó él. 

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