viernes, 25 de noviembre de 2022

Yo Estaba Aquí: Capítulo 51

  –No –respondió. Después se aclaró la garganta y repitió la palabra con más convicción–. No. Que yo sepa, sigue en pie. 


–¿Y qué más sabes? –preguntó la señorita Joan con una extraña sonrisa en los labios. Una sonrisa que le hizo encogerse por dentro.


 –¿Sobre la boda? –preguntó Pedro, sin saber si seguían hablando del mismo tema.

 

La señorita Joan suspiró y negó con la cabeza.

 

–No, sobre cuánto viven los osos panda. Claro que sobre la boda. ¿Piensan invitar a todo el pueblo o han entrado en razón y decidido fugarse para casarse? –miró entonces a Paula–. Fugarse es la mejor manera. Solo tú, tu prometido y el Señor… Y el cura, claro.

 

Paula no dijo nada, pero le parecía buen plan. Cualquier cosa le parecía buen plan, siempre que incluyese a Pedro. Él se rió con la sugerencia de la señorita Joan.

 

–Bueno, sé que a Fede le gustaría mucho esa idea, pero teniendo en cuenta que Sandra apenas tiene familia, creo que le gusta la idea de tener una gran boda llena de gente. Y a Fede le gusta verla feliz, así que sí, invitarán a todo el pueblo a la boda.

 

La señorita Joan se sirvió una taza de café, se apoyó en la barra y miró a Pedro intensamente.


 –¿Algo más?


 Él no sabía dónde quería llegar con todo aquello, o si acaso tenía algún destino en mente. Hacía tiempo había descubierto que, con la señorita Joan, nada era lo que parecía ser.

 

–¿Como qué? –preguntó inocentemente.


 –Como si vas a formar parte de la comitiva de la boda –sugirió Paula.


 –¿Yo? Dios, no –contestó él–. Eso significaría que tendría que ponerme un traje de mono.


 –Siempre podrías llevar ese precioso traje que llevas puesto –dijo la señorita Joan señalando la chaqueta de piel de oveja, la camisa y los vaqueros gastados que llevaba en aquel momento.

 

Pero Paula tenía una pregunta muy seria en mente.

 

–¿Quieres decir que no soportarías un poco de incomodidad por el bien de tu propio hermano?

 

Pedro se puso a la defensiva.

 

–Oye, tampoco es que sea mi único hermano. Y no dirías «Un poco de incomodidad» si hubieras tenido que soportarlo como yo en la última boda, cuando Rafael se casó con Valeria. O la anterior, cuando Ángela y Gabriel hicieron lo mismo –recordó.


 Ahora que había empezado, era como si se hubieran abierto las compuertas de una presa.


 –Y luego estaban Leandro y Karina. Y Luciana y Cristian lo empezaron todo cuando se casaron –él había estado allí por sus cuatro hermanos. Eso, a su modo de ver, era mucho más de lo que le exigía el deber–. Tal como yo lo veo, he cumplido mi condena. 

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