miércoles, 9 de noviembre de 2022

Yo Estaba Aquí: Capítulo 20

Hacía mucho tiempo que Paula no se tomaba una copa. No tenía ni idea de cuánto podría beber sin excederse, así que ya había decidido de antemano qué cantidad iba a consumir.

 

–Solo voy a tomar una –le dijo.

 

–Entonces la noche no te saldrá cara –respondió Bruno sin dejar de sonreír.

 

Y sin más el camarero se fue al otro extremo de la barra. Paula agarró el destornillador que Bruno le había preparado y regresó a la mesa donde había dejado a Nadia. Pero, cuando llegó allí, su amiga no estaba. Sin embargo, no había ninguna silla vacía que delatara su ausencia, y la silla en la que ella había dejado su abrigo estaba ocupada por otra persona. Había dos hombres a los que apenas reconocía sentados a la mesa, hablando con Cinthia y Renata. A juzgar por la expresión de las otras dos chicas, aquellos debían de ser los hombres con los que ansiaban ligar aquella noche.  Probablemente Nadia estuviese con el tipo en el que estaba interesada. Bailando, con total seguridad. El ritmo de la música iba creciendo. Era evidente que Joaquín estaba mostrando todas sus habilidades musicales. Dado que Paula no tenía lugar donde sentarse, se acercó más al grupo. Seleccionó un rincón de la pista de baile, convencida de que allí no molestaría y podría disfrutar escuchando tocar a la banda. Sin pretenderlo, a medida que la música iba metiéndosele dentro, Paula empezó a mecerse rítmicamente.

 

–¿Sabes? Es aún mejor si dejas la copa y mueves los pies –dijo una voz profunda y masculina tras ella.


 Sorprendida, Paula estuvo a punto de dejar caer el vaso. Se dió la vuelta y se encontró frente a un hombre alto y guapo de veintimuchos años. Tenía el pelo liso y rubio, un poco largo. Aquel corte le otorgaba un aire despreocupado; y no hacía falta ser un genio para darse cuenta de que lo sabía. Estaba mirándola de arriba abajo, y ella se sintió incómoda al instante.


 –Lo tendré en cuenta –respondió educadamente antes de darse la vuelta de nuevo.

 

Pero el vaquero no pareció captar la indirecta.


 –Siempre he pensado que descubrir las cosas por uno mismo es la mejor manera de aprender la lección –le dijo el chico. Le quitó la copa y la dejó en la superficie plana más cercana a ellos.

 

–Tal vez no quiera aprender ninguna lección –respondió ella, y estiró el brazo para recuperar su copa.


 –¿Y qué me dices de bailar sin más? –sugirió su insistente admirador antes de volver a quitarle la copa.


 –Tampoco quiero hacer eso –respondió Paula con más firmeza ymenos educación.

 

El chico apartó más la copa para que tuviera que pegarse a él si quería recuperarla de nuevo. Bloqueó su siguiente movimiento y le agarró la mano.

 

–Tus labios dicen eso –le dijo–. Pero tus caderas tienen otros planes. Yo apuesto por tus caderas.

 

Paula no quería montar una escena, pero de ninguna manera iba a dejarse intimidar, y era evidente que aquel vaquero quería hacer algo más que bailar. 

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