lunes, 14 de noviembre de 2022

Yo Estaba Aquí: Capítulo 27

 –No con solo una copa –respondió Paula. No creía que Rodrigo Santiago fuese estricto hasta ese punto a la hora de hacer cumplir la ley. En general, como sheriff, era bastante amable.


 –No –convino Pedro–. No solo con una copa. Pero Esteban es rápido y tiene recursos. Lo que le interesa a la gente aquí es oír tocar a Joaquín y decidir si es bueno o no. No van a estar todos aferrados a su copa de vino, de cerveza o de lo que sea que estén tomando. Y, a pesar de su aspecto, Esteban es bastante rápido cuando quiere serlo. Y siempre quiere serlo cuando se trata de algo con alcohol.

 

–¿Has estudiado sobre él? –preguntó ella. ¿Por qué iba a hacer tal cosa?

 

Pero Pedro negó con la cabeza.

 

–No he estudiado sobre él, pero salgo más que tú. Y me fijo en las cosas.

 

Paula no podía decir que no fuera cierto, dado que no iba a ningún sitio que no fuera su trabajo o algún lugar relacionado con su vida doméstica, como los ultramarinos.


 –Eso es verdad –convino ella–. ¿Así que esto es lo que me estaba perdiendo? –preguntó señalando al hombre del que estaban hablando. Incluso desde allí, parecía tener la copa agarrada con fuerza–. ¿Ver como Esteban se emborracha?


 Pedro se rió suavemente y el sonido se le coló directamente bajo la piel.

 

–Eso y algunas cosas más –señaló.


 «Como tú», pensó Paula sin poder evitarlo.

 

–¿Por ejemplo? –preguntó en voz alta, sabiendo que eso era lo que él esperaba.


 –Por ejemplo el brillo de la luna llena sobre la superficie del lago en algunas noches muy especiales. O el seductor aroma de la madreselva que circula por el aire con la brisa de junio.


 Esas imágenes se materializaron vívidamente en su mente. Le pareció que ambas sonaban increíblemente románticas. Pero era demasiado realista como para pensar que su mejor amigo estaba intentando seducirla verbalmente. Estaba hablando sin más, diciendo lo primero que se le ocurría. Aun así, Paula no pudo evitar tomarle el pelo.

 

–¿Estás practicando? –preguntó.

 

–¿A qué te refieres? –preguntó él.


 –Sabes perfectamente a lo que me refiero –le dijo Paula. Al ver que él no decía nada más, decidió que necesitaba dar una explicación–. Estás utilizando las frases que ibas a decirle a Juliana si no hubieras venido en mi ayuda.

 

–Yo no tengo frases –le informó Pedro ligeramente ofendido.

 

Paula apretó los labios en un intento por no sonreír. No lo consiguió del todo.


 –Lo siento. Aunque conozco a algunas personas que no estarían de acuerdo con ese punto.


 –¿Como quién? –preguntó Pedro. 


Empezaba a haber mucho ruido en la zona de la barra en la que se encontraban, así que la agarró del brazo y la condujo a un rincón un poco más tranquilo. Cuando dejaron de moverse, Paula obedeció y le dió la lista de las últimas diez mujeres que habían sido admiradoras o novias suyas. 

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