viernes, 4 de noviembre de 2022

Yo Estaba Aquí: Capítulo 7

 –Ya sabes que tiene razón –le dijo en voz baja–. Odio admitirlo, pero Nadia tiene razón. Solo eres joven una vez. Puedes actuar como una niña cuando tengas sesenta, como esos vaqueros descerebrados que vienen aquí a comer, pero sabes que el momento oportuno para comportarse así es cuando eres joven. Ahora. ¿Nadia tenía algo específico en mente? ¿O estaba divagando como suele hacer? Si esa chica tuviera algún pensamiento real en su cabeza, ese pensamiento se moriría de soledad.

 

–Sí que tenía algo específico en mente –contestó Paula.

 

La señorita Joan esperó unos segundos, pero Paula no dijo nada más.

 

–¿Vas a darme detalles o se supone que tengo que adivinar qué es ese algo específico? –preguntó su jefa. 


Como ya no podía cargar más platos en la bandeja que estaba llenando, Paula la levantó y empezó a cruzar la cafetería. Dado que la señorita Joan estaba siguiendo todos sus movimientos, no le quedó más remedio que contarle lo que deseaba saber.


 –El viernes toca una banda en Murphy’s. Nadia y unas amigas quieren ir sobre las nueve para ver qué tal es. Y para bailar.


 –¿Y por qué no vas tú?

 

–Tengo demasiadas cosas que hacer.

 

–¿Por qué no vas? –repitió la señorita Joan, como si la excusa que le había dado no fuese lo suficientemente buena. Antes de que Paula pudiera responder, la mujer comenzó a enumerar todas las razones por las que sí debería ir–. Es después de que acabe tu turno. Estoy segura de que tu madre podrá cuidar a Camila, sobre todo porque tu sobrina ya estará dormida. Y si, por alguna razón, tu madre no puede, yo sí que puedo.

 

–¿Usted cuidaría de ella? –preguntó Paula con incredulidad.

 

–Claro. Necesito practicar, teniendo en cuenta que mi primer nieto ya casi está aquí –respondió la señorita Joan, refiriéndose al bebé que Luciana, hermana de Pedro y Cristian, su hijastro, iban a tener. El bebé nacería a principios de enero y, a medida que se acercaba la fecha, la mujer iba poniéndose más nerviosa.


–No podría pedirle que hiciera eso. Ni siquiera aunque fuera niñera sustituta.

 

–A no ser que me esté quedando sorda, y estoy segura de que no, no me has pedido que haga de niñera el viernes por la noche. Me he ofrecido yo. ¿Tienes alguna otra excusa?

 

Al parecer, la señorita Joan no estaba dispuesta a aceptar un «No» como respuesta. Pero Paula tampoco estaba dispuesta a rendirse todavía.

 

–Tengo clases.

 

–Clases online –matizó la otra mujer–. Eso significa que puedes hacerlas al día siguiente. O el domingo, si el sábado por la noche estás ocupada creando recuerdos –aquel último comentario fue acompañado de una carcajada lasciva.

 

Paula se sonrojó al oír sus palabras.

 

–Señorita Joan –su voz sonó más como una plegaria. Aunque sabía que la señorita Joan no lo hacía con intención, estaba avergonzándola. 

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