viernes, 11 de noviembre de 2022

Yo Estaba Aquí: Capítulo 23

Le agarró la mano derecha con la izquierda, presionó suavemente sobre la parte baja de su espalda y la acercó a él. Por un momento, sus miradas se encontraron.

 

–¿Lo notas? –preguntó.

 

Lo que Paula estaba sintiendo no podía decírselo. Era como si alguien hubiera encendido una cerilla en su interior y el fuego estuviera extendiéndose por todas sus extremidades al mismo tiempo. Sintió que tenía la boca seca al intentar responder con un monosílabo. Solo había una cosa que pudiera decir para que Pedro no malinterpretase su respuesta.

 

–No.

 

Él abrió la mano, deslizó los dedos hasta más abajo de su cintura e intentó que Paula imitara el movimiento de sus caderas.

 

–¿Lo notas ahora? –preguntó de nuevo–. Concéntrate.

 

Paula sintió que se le secaba aún más la boca, si acaso eso era posible. No podría decir nada hasta recuperar algo de saliva. Así que, en su lugar, asintió, porque sí que notaba el movimiento de sus caderas y sí que intentaba imitarlo.  Todo eso mientras se esforzaba por controlar las llamas que amenazaban con consumirla.  Levantó la cabeza para mirarlo en el preciso momento en el que él miró hacia abajo. Por segunda vez, sus miradas se encontraron, pero en esa ocasión pareció suceder en un lugar sin tiempo donde los relojes no importaban.  ¿Qué diablos estaba pasando allí? 


Pedro repetía esa pregunta una y otra vez en su cabeza. Se recordó a sí mismo que aquella era Paula, su amiga de toda la vida, con la que había jugado a la pelota, con la que había compartido secretos y ambiciones. Ella le conocía mejor de lo que se conocía él a sí mismo. Lo cual, en ese instante, no era difícil, teniendo en cuenta que lo único que sentía era una gran confusión. De no haber sabido que era imposible, habría jurado que estaba reaccionando a Paula, que se sentía atraído por ella. Eso no era posible.  En todo caso, sería el vestido. Hacía que pareciese otra persona. No su vieja amiga Paula, sino una mujer despampanante a la que aún no conocía. Habría achacado aquella reacción al alcohol que había consumido. Salvo que no había consumido nada aún. Ni siquiera una cerveza. La había pedido, pero después la había dejado sobre la barra al ver a Juliana y decidir ir a por ella. Pero, mientras intentaba ligar con ella, había mirado por accidente hacia donde se encontraba Paula y se había fijado en su expresión de incomodidad. Se habría odiado a sí mismo si hubiera ignorado el problema de su amiga solo para conseguir a Juliana; si hubiera pasado algo entre ellos aquella noche, dudaba que hubiera durado más allá de unos pocos días. El grupo acababa de terminar de tocar cuando alguien se chocó accidentalmente contra Paula y la lanzó hacia él. Sus cuerpos, que seguían estando cerca debido al baile, acabaron prácticamente pegados.  Pedro experimentó algo ardiente que recorría su cuerpo desde la cabeza hasta los dedos de los pies y reaccionó de manera automática. No había otra cosa que explicara el hecho de que, de pronto, estuvieran besándose. 

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