miércoles, 9 de noviembre de 2022

Yo Estaba Aquí: Capítulo 19

 –Mira –dijo Paula, intentando parecer tranquila y teniendo que gritar a Nadia al oído para que pudiera oírla–. No quiero que me lances a los brazos de nadie. Lo único que quería cuando dije que vendría era pasar una tranquila noche de chicas, nada más.


 –No siempre conseguimos lo que queremos, Paula –respondió Nadia, también a gritos.


 «Eso ya lo sé», pensó Paula mientras intentaba que no se le notara en la cara lo que pensaba. Divisó a Pedro a lo lejos. Parecía estar hablando con Juliana Cross. A juzgar por la expresión de Juliana, no le hacía falta hablar mucho. Paula empezaba a sentir el nudo en el estómago otra vez. En esa ocasión era más personal. Ya había visto antes a Pedro en acción, cuando iban juntos al instituto, pero hacía mucho tiempo que no presenciaba sus tácticas para ligar con una chica que le atraía. Empezó a sentir que los celos iban alterando la apariencia serena que pretendía proyectar. Le dolía verlo, así que apartó la mirada. Se dió cuenta de que Nadia estaba intentando hacerle una pregunta. Se concentró en la boca de su amiga y finalmente oyó lo que estaba preguntando.


 –¿Qué te apetece?

 

«Irme a casa», pensó ella.

 

–Algo sencillo –respondió en su lugar–. Vodka con zumo de naranja. Con más zumo que vodka.

 

–Naturalmente –contestó Nadia con una sonrisa casi demasiado complaciente.

 

Paula tenía la sensación de que su copa iba a tener más vodka que otra cosa. Y eso era lo último que necesitaba en un momento así. La gente borracha cometía estupideces y a ella le enorgullecía tener el control. 


 –¿Sabes una cosa? –le dijo a Nadia mientras se levantaba de la mesa– . Voy yo a pedir la copa. Enseguida vuelvo –prometió antes de encaminarse hacia la barra.

 

Sentía la música palpitándole en el pecho y las voces de la gente ya empezaban a darle dolor de cabeza. Aquello no era muy prometedor, pensó mientras se apretaba en el minúsculo espacio disponible en la barra.

 

–¿Qué quieres, preciosa? –le preguntó Bruno.

 

El mayor de los hermanos Murphy apareció de la nada. Ella habría jurado que estaba al otro lado del bar cuando había empezado su largo peregrinaje hacia la barra. ¿Preciosa? Era evidente que el dueño del bar no la había reconocido.

 

–Bruno, soy yo. Paula Chaves.


 –Ya sé quién eres –respondió él con una sonrisa–. Y sí que estás preciosa. Deberías aprender a relajarte y a aceptar un cumplido de vez en cuando, Paula. Esa es la parte fácil. La difícil viene después –añadió con un guiño–. ¿Qué te apetece?

 

–Vodka con zumo de naranja –respondió ella en vez de preguntarle a qué parte difícil se refería–. Con más zumo de naranja –añadió.

 

–Marchando –respondió Bruno, agarró dos botellas y empezó a preparar la copa que había pedido.


 Paula abrió su bolso cuando Bruno le puso la copa delante.

 

–¿Cuánto te debo? –preguntó mientras sacaba varios billetes.

 

Bruno negó con la cabeza, agarró un trapo y limpió una mancha de la barra.


 –Las mujeres preciosas están invitadas a la primera copa –respondió con otro guiño. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario