miércoles, 9 de noviembre de 2022

Yo Estaba Aquí: Capítulo 17

Paula bloqueó esa idea en cuanto se le pasó por la cabeza y prefirió no pensar en ello.  Pero, dado que Pedro no había mencionado el nombre de nadie durante el trayecto, dió por hecho que esa noche estaría de nuevo al acecho. Uno de sus hermanos, Federico, había comentado que Pedro cambiaba de novia con la frecuencia con la que otros hombres se cambiaban de camisa. Para ella eso significaba que no tenía nada serio con las mujeres con las que salía; y eso le gustaba. Esperaba que, algún día, entrase en razón y se diese cuenta de que lo que había estado buscando tanto tiempo estaba justo delante de sus narices. El hecho de que hubiese dicho en varias ocasiones que no buscaba a nadie especial no significaba nada para ella. Sabía que pocos hombres admitirían que buscaban una esposa en su vida.  Justo antes de abrir la puerta del bar, Pedro se inclinó hacia ella para hablarle al oído.


 –No te preocupes. No te dejaré hasta que encontremos a Nadia.


 En cuanto lo dijo, Paula deseó que Nadia y sus amigas se hubieran quedado atascadas en un universo paralelo y que no aparecieran en toda la noche.  Aquel deseo se intensificó cuando, para su sorpresa, Pedro le dió la mano.

 

–Para que no nos separemos –explicó.

 

Aquella explicación llegó acompañada de un soplo de aliento cálido, el de él, que recorrió al instante la piel de su cuello.  Por un segundo, Paula pensó que el corazón iba a salírsele del pecho por lo rápido que le latía. Pero consiguió controlarse y tomó aire para calmarse. Al menos calmarse todo lo posible dadas las circunstancias.

 

–No estoy preocupada –respondió al fin.

 

Pedro se giró para mirarla por encima del hombro. Imaginaba que había dicho algo, pero el ruido del bar le impidió saber qué.

 

–¿Qué? –preguntó a voz en grito.

 

En esa ocasión fue ella la que se inclinó para susurrarle al oído.

 

–He dicho que no estoy preocupada –repitió.

 

Pedro notó que algo se tensaba en su interior al notar su aliento en el oído. Fue como un escalofrío que recorrió su cuerpo, lo cual le sorprendió. Ligeramente desconcertado, la miró a los ojos. Y por un instante notó que algo estaba pasando, aunque no sabía qué era. Solo sabía que era algo. Algo inusual. Algo diferente. Pero al segundo desapareció. No sabía si era porque él lo había ignorado o porque el ruido del bar lo había absorbido. Lo único que sabía era que ya había pasado. Y se sentía aliviado. Y tal vez un poco triste también. Se dió la vuelta con cierta confusión y contempló a la multitud que tenía delante. Vió que la banda estaba preparándose, lo que significaba que Paula y él no habían llegado tarde. En vez de quedarse pensando en la sensación que tenía en la boca del estómago, se concentró en encontrar a las amigas de Paula. Sabía que no se sentiría bien dejándola allí sola. Sería un poco como abandonar a un recién nacido en la puerta de una iglesia en mitad de la noche. No sabía si estaría bien o no hasta que sus amigas la encontraran. Tampoco podía llevársela con él. Era su mejor amiga, pero no le parecía bien tenerla delante mientras él intentaba ligar con cualquier mujer que llamase su atención aquella noche. Podría contárselo después, obviando ciertos detalles, pero no le parecía bien que le viese en acción.  No sabía explicar por qué; simplemente no le parecía bien. 

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