viernes, 15 de noviembre de 2019

Amor y Traición: Capítulo 20

–No, pero has cambiado mucho durante estos últimos meses. Mi ex jefe no habría podido siquiera encontrar su propia cocina. Me sorprende que hayas sobrevivido sin mí.

–No ha sido fácil –repuso Pedro mientras iba hacia la puerta–. Baja cuando estés lista.

Paula se quedó estupefacta. Era extraño ver que podían tener una relación amable. Miró a su niña y se balanceó en la mecedora mientras la abrazaba contra su pecho. Tenía la nariz pequeña, como ella, y la piel color aceituna de su padre. Iba a ser muy bella. Le había sorprendido ver que Pedro era capaz de anteponer la comodidad de otra persona a la suya. Nunca lo había visto así. Durante esos dos últimos días, le había pedido que se casara con él, había dormido en una silla en el hospital, la había llevado a su casa y había renunciado a su despacho para convertirlo en el dormitorio de la niña. Además, iba a dejar que usara su propia habitación y se había ofrecido a cambiar los pañales de la niña. Nunca podría haberse imaginado a Pedro Alfonso, el frío y mujeriego multimillonario, cambiando un pañal. Pero sabía que no iba a durar, que las cosas volverían a la normalidad en cuanto desapareciera la novedad. Creía que no tardaría en anhelar su libertad y volver a ser el mismo de siempre. Cuando sucediera, regresaría a Dakota del Norte con su bebé para estar con su familia, las personas que de verdad la querían. Eso era al menos lo que creía.

La llamada a su familia poco después del parto había sido un desastre. Les contó su situación y su madre no pudo contener las lágrimas. Su padre, en cambio, le habló como si lo hubiera decepcionado. Era como si renegara de ella. Había sido muy doloroso. Se dió cuenta de que había sido un terrible error no contarles que estaba embarazada. Esa llamada telefónica había cambiado algo entre ellos. Se sentía distanciada de su familia, como si le faltara un pedazo de su corazón. Y también le dolía que no la apoyaran en un momento tan difícil. Su padre había sido también muy duro con Pedro. No sabía exactamente lo que le había dicho, pero supo que lo había sacado de sus casillas. A Miguel nunca le había gustado la forma en la que Petróleos Alfonso se había hecho con su pueblo, cambiándolo todo y convenciendo a los jóvenes para que dejaran las granjas familiares con promesas de un trabajo muy bien pagado.  Y no quería siquiera pensar en Fernando. Suponía que habría vuelto solo a Dakota del Norte. No sabía qué le habría dicho a sus padres ni cómo se sentía. A Pedro le había costado creer que fuera a casarse con ella cuando estaba embarazada de otro hombre y creía que estaba enamorado de ella. Pero Paula sabía que no era así. Era su mejor amigo y ella se había aprovechado. Decidió llamarlo para pedirle perdón. Era otra persona más a la que había herido.

Lentamente, se puso de pie, le dolía todo el cuerpo. Metió a su hija en la cuna mientras recordaba lo dulce que había sido Pedro con Olivia. En ese momento, sintió que tenía más en común con él que con cualquier otra persona. Vió que se le acercaba con dos copas de martini. Llevaba pantalones vaqueros oscuros y una camiseta negra que no escondía su musculoso cuerpo.

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