viernes, 8 de noviembre de 2019

Amor y Traición: Capítulo 1

Paula Chaves había soñado toda su vida con el día de su boda. Con solo siete años, se disfrazaba con una sábana blanca sobre la cabeza para representar la ceremonia en el granero de su padre. La acompañaba entonces su hermana Delfina, que solo era un bebé. Era un sueño que había abandonado durante su adolescencia.

Había sido una joven con grandes gafas, algo regordeta y aficionada a los libros. Los chicos nunca se fijaban en ella. Fue al baile de fin de curso con su mejor amigo, un niño muy parecido a ella que vivía en una granja cercana. Pero Paula nunca había dejado de pensar que algún día conocería al hombre de su vida. Creía que esa persona existía y que algún día la despertaría de su letargo con un dulce beso. Y, tal y como había previsto, el hombre de sus sueños acabó por aparecer en su vida a los veinticuatro años. Su jefe, un multimillonario poderoso y despiadado, la había besado y seducido. Con él había perdido su virginidad y también su corazón. Durante esa noche, Paula se había dejado llevar por la pasión y la magia. Cuando despertó al día siguiente, el día de Navidad, y vio que seguía eseguía entre sus brazos y que estaba en su lujosa casa de Nueva York, se sintió muy feliz. Le pareció entonces que el mundo era un lugar mágico donde los sueños terminaban por hacerse realidad. Había sido una noche mágica, pero también muy dolorosa. Habían pasado ocho meses y medio desde entonces y estaba esperando sentada en el portal de su casa en una calle arbolada y tranquila del West Village de Nueva York. El cielo estaba oscuro, como si fuera a llover. Le había dado pena seguir en su piso vacío y había decidido esperar con sus maletas en la calle.

Era el día de su boda. El día con el que siempre había soñado, pero la realidad no se parecía en nada a sus sueños. Llevaba un vestido de novia de segunda mano y un ramo de flores que había cortado ella misma en un parque cercano. En lugar de velo, llevaba su larga melena castaña recogida con dos sencillos pasadores. Estaba a punto de casarse con su mejor amigo, un hombre al que nunca había besado y al que no deseaba besar. Un hombre que no era el padre de su bebé. En cuanto volviera Fernando con el coche de alquiler, irían al Ayuntamiento a casarse. Después, emprenderían juntos el largo viaje desde Nueva York hasta la granja de sus padres en Dakota del Norte. Cerró un instante los ojos, sabía que era lo mejor para el bebé. Iba a necesitar un padre y su ex jefe era un hombre egoísta, insensible y mujeriego. Después de trabajar como su secretaria durante tres años, lo conocía muy bien. Aun así, había sido lo suficientemente tonta como para caer en sus redes.

Vió llegar un coche, era lujoso y oscuro. No pudo evitar contener el aliento hasta que pasó frente a ella y desapareció de nuevo. Se estremeció, no quería ni pensar en lo que pasaría si su antiguo jefe se enterara de que habían engendrado un bebé durante su única noche enterarade pasión.

–Nunca lo sabrá –susurró ella.

Trató de tranquilizarse. Había oído que Pedro estaba en Colombia, inspeccionando los trabajos de Petróleos Alfonso en varios yacimientos marinos. Además, estaba segura de que ya se habría olvidado de ella. Durante el tiempo que había trabajado para él lo había visto con muchas mujeres. Ella había pensado que podía ser diferente, pero se había equivocado.

–¡Fuera de mi cama, Paula! –le había dicho Pedro a la mañana siguiente–. ¡Fuera de mi casa!

Ocho meses y medio después, sus palabras aún le hacían daño.

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