lunes, 25 de noviembre de 2019

Amor y Traición: Capítulo 37

–Escríbeles antes de ir –insistió él–. Es la mejor manera de organizar tus ideas.

–Bueno, puede que tengas razón. Me moriría si me dieran con la puerta en las narices. O si se negaran a ver a Olivia. Aunque eso ni siquiera puedo imaginarlo –le dijo con algo de tristeza–. ¿Crees que debería escribir también a Fernando?

Pedro suspiró y asintió con la cabeza.

–De acuerdo, lo haré –le dijo Paula sonriendo–. Gracias por ayudarme. No sé qué haría sin tí.

Nunca la había visto tan hermosa como en ese preciso instante. Hipnotizado, acarició su mejilla y luego la abrazó. Sintió sus suaves pechos contra su torso y lo envolvió el aroma floral de su cabello.

–Ya te dije que no quiero que me des las gracias –le susurró al oído.

Sobre todo porque no iba a dejar que sus cartas llegaran a nadie de su familia ni a McLinn.

–Eres mi mujer, Paula, y haría cualquier cosa para mantenerte a salvo y feliz.

–¿Con quién hablabas por teléfono? –le preguntó ella de repente.

–¿Cómo?

 –Me prometí que no iba a preguntarlo, que no era asunto mío, pero…

–Querida… –susurró él con una dulce sonrisa.

Paula era completamente transparente. Era algo que le gustaba mucho de ella.

–¿Creías que estaba hablando con otra mujer?

 –Se me pasó por la cabeza. Todas esas mujeres te desean y…

–Pero yo solo deseo a una mujer –le dijo mirándola a los ojos–. Soy tuyo y solo tuyo, querida. Nunca te traicionaría, Paula.

–¿De verdad? –Estaba hablando con un competidor –le dijo él sin mentirle del todo.

Paula suspiró aliviada y lo abrazó, apretando la cara contra su pecho desnudo. Supuso que había oído solo el final de su llamada telefónica. De haber escuchado toda la conversación, no le habría preocupado que estuviera hablando con otra mujer. La realidad le habría dolido más aún.

–Intenta ponerte en contacto con mi esposa una vez más y te arrepentirás de haberlo hecho –le había dicho a McLinn.

–No puedes evitar que la vea. Los dos sabemos que no podrás hacerla feliz –le había contestado el otro hombre fuera de sí.

Pedro llevaba meses evitando que Paula recibiera las cartas y las llamadas de McLinn. Este había llegado incluso a intentar entregarle un nuevo teléfono móvil en un sobre acolchado, pero su guardaespaldas lo había interceptado la noche anterior, mientras Paula se preparaba para el baile. Le había enfadado tanto saberlo que decidió levantarse y llamar a McLinn a altas horas de la madrugada. El joven granjero lo había amenazado con llamar a la policía y denunciarlo por secuestro. No le preocupaba la policía, pero sí que McLinn regresara a Nueva York. No iba a poder evitar que ese hombre se le acercara a Paula cuando estuviera por la calle. Necesitaba hacer algo para evitarlo. Desde la boda, le había encargado a su detective que siguiera la pista de su esposa y de toda su familia. Había quemado las cartas que le habían enviado sus padres e incluso las flores de su hermana. Al principio lo había hecho porque no se fiaba de Paula. Y había seguido después porque trataba de protegerla. Durante esos meses, las cosas habían vuelto a la normalidad y el padre de Paula ya no mostraba su enfado en las cartas, pero no se fiaba. Recordaba que incluso sus propios padres habían tenido sus días buenos. No quería que nadie volviera a hacerle daño.

No hay comentarios:

Publicar un comentario