miércoles, 27 de noviembre de 2019

Amor y Traición: Capítulo 43

Hasta ese momento, nunca le había preocupado no poder hacerlo. Había pensado que sería distinto con Paula, pero ni siquiera con ella sentía que podía bajar por completo la guardia. Suspiró al ver que tampoco esa noche iba a poder dormir con ella. Tendría que levantarse e irse a la habitación de invitados. Pero quería dormir con su esposa y, más que nada en el mundo, quería merecerla. Desde la boda, había hecho todo lo posible para que su familia estuviera a salvo y feliz. Había apoyado a  Paula  en todos los sentidos. Excepto en uno. Ninguna de sus cartas había llegado a salir de esa casa y tampoco había dejado que llegaran a sus manos las de su familia. Sintió un escalofrío al pensar en lo que había hecho. No sabía si ella lo perdonaría cuando lo descubriera. Esperaba que entendiera sus motivos. Pero cuando vió esa tarde cómo lloraba en la piscina, se derrumbó. Temía lo que iba a pasar cuando hablara con sus padres y descubriera lo que había hecho. Era posible que el servicio de correos extraviara una carta, pero no decenas de ellas.

Se dió cuenta de que tendría que contárselo él antes de que lo descubriera. Creía que era mejor que permitir que fuera Fernando McLinn, por ejemplo, el que se lo dijera. Estaba harto de sentir siempre el fantasma de McLinn acechándolos. Era como si creyera que, el día menos pensado, Paula se hartaría de estar con un hombre como él y decidiera dejarlo. Sentía que Fernando McLinn estaba esperando entre las sombras a que él cometiera un error para arrebatarle a Paula. Y temió que ocultarle la verdad a su esposa fuera el error que pusiera en peligro su relación. Angustiado, la abrazó con más fuerza.

Sus padres y su hermana ya volaban hacia allí, pero su detective estaba teniendo problemas para localizar a Fernando McLinn. Temía que hubiera descubierto dónde vivían y estuviera ya en España, pero recordó que estaban a punto de salir en unas horas hacia Marruecos. Le entristeció ver la cara de Paula, dormida a su lado. Ella confiaba en él y sabía que él debía hacer lo mismo. No podía seguir investigando a su familia ni a Fernando McLinn, sabía que tampoco era buena idea revisar su correo electrónico ni controlar sus llamadas telefónicas. Lo que necesitaba de verdad era relajarse y confiar en ella. Y confiar también en el resto del mundo. Pero no podía. Para él, era como volar a ciegas. Si no lo controlaba todo, sentía que no podría evitar una catástrofe ni mantener a su familia a salvo. Necesitaba estar seguro de que ella nunca lo dejaría, que nunca iba a romper su corazón ni el de Olivia.

Trató de calmarse concentrándose en la tranquila respiración de Paula y cerró los ojos, pero todo su cuerpo estaba tenso y el sueño no llegó. Se sentó en la cama y vió que empezaba a amanecer. Escuchó el suave canto de los pájaros y el rugido del mar. Se pasó las manos por el pelo. Quería merecerla, confiar en ella, amarla.

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