miércoles, 20 de noviembre de 2019

Amor y Traición: Capítulo 27

No podía creer que pudiera ser tan tonta como para caer de nuevo en sus redes.

–¿Qué es lo que estás tratando de hacer conmigo? –le preguntó ella–. ¿Qué estás haciendo?

Pedro se detuvo también y la miró a los ojos. Después, acarició su mejilla.

–Te puedo decir lo que estoy a punto de hacer –le dijo entonces–. Voy a besarte.

Se quedó inmóvil y sin respiración mientras veía cómo se acercaba la boca de Pedro. Sintió el calor de sus sedosos labios y de su aliento rodeándola como el más seductor de los abrazos. Letransmitió su deseo en ese beso, que parecía tan fuerte como el de ella y se estremeció al sentir su áspera piel mientras le acariciaba la melena y bajaba después por su espalda. Besaba tan bien como lo recordaba. Había una pasión en sus labios y en sus manos que no le ofrecían solo placer, también le hablaban de eternidad. Y, muy a su pesar, sonaron unas palabras en sucabeza que no podía negar. «Te quiero, Pedro. Nunca dejé de amarte», se dijo entonces sabiendo que era la verdad.

–Te deseo, Paula –murmuró él entonces contra su piel.

Sabía que era cierto, podría verlo en sus ojos oscuros y sintió de pronto ganas de llorar.

–¿Cómo puedes torturarme así cuando todo terminará mañana? ¡Ya me entregué totalmente a tí en el pasado y me echaste de tu lado como si fuera una bolsa de basura!

Se dió media vuelta y salió corriendo del salón de baile. Cruzó el vestíbulo sin detenerse a recoger su abrigo en el guardarropa. Salió a la calle sin mirar y un taxi estuvo a punto de atropellarla mientras cruzaba para meterse en Central Park. Todo estaba nevado, era un paisaje irreal, le recordó a la decoración del hotel, pero ese parque era real, peligroso y frío. No podía dejar de llorar. Siguió corriendo y secándose los ojos con las manos. Poco después, notó que la seguían. Se dió la vuelta y vió a Pedro. Corrió más deprisa aún, pero sus zapatos de tacón no eran el mejor calzado para la nieve. No quería que la alcanzara y que pudiera ver en sus ojos que aún lo amaba. Pero tropezó con la raíz de un árbol y se cayó. Pedro se le acercó deprisa para ayudarla a levantarse.

–Vete, déjame –le dijo llorando–. ¡Déjame en paz!

–¿Crees que eres desechable para mí? –le preguntó Pedro con seriedad–. ¿Eso piensas?

–No solo lo pienso, lo sé.

–Acabas de dar a luz –gruñó Pedro enfadado–. No soy ningún bruto, no iba a forzarte a nada.

–Por supuesto que no, sobre todo cuando tienes a todas las modelos de esta ciudad haciendo cola frente a tu puerta. ¿Cómo voy a competir con eso? ¡Me has dicho tú mismo que estabas deseando divorciarte de mí!

–¡Dios mío, Paula! –replicó Pedro–. ¿Es que no sabes cuánto te deseo, cuánto tiempo llevo así? Llevo un año deseándote y esperándote. Un año…

 –No –susurró ella con incredulidad–. No puede ser cierto.

–¿Cómo puedes no saberlo? ¿No te has dado cuenta?

 –Ni siquiera has tratado de tocarme, ni una sola vez. Y no me mirabas…

–Eras una madre primeriza y preferí darte tiempo –le dijo con ternura–. Lo último que necesitabas era que yo tratara de seducirte cuando apenas dormías por las noches. No necesitabas un amante, sino alguien que te ayudara, un buen padre.

Ella lo miró fijamente.

–Y lo has sido –le dijo emocionada–. El mejor padre que Olivia podría haber tenido.

Pedro la abrazó, parecía muy aliviado.

–Gracias –susurró contra su pelo.

–¿De verdad me deseabas? –susurró ella.

Pedro soltó una carcajada.

–Intenté no hacerlo y convencerme de que lo que pasó no significaba nada. Me ayudó un poco pensar que eras una mentirosa y que estabas con otro hombre, pero no podía olvidarte. No ha habido ninguna otra mujer desde la noche que estuviste en mi cama –le dijo entonces–. ¿Entiendes lo que te estoy diciendo? Ninguna otra mujer.

–Pero ha pasado un año y ví en las revistas unas fotos tuyas con esa duquesa española…

 –Es muy bella, pero me dejó completamente frío –le confesó Pedro.

Las lágrimas seguían cayendo por sus mejillas mientras miraba a su marido.

–No puede ser verdad… ¿Todo un año?

 –¿No me crees? –le dijo Pedro abrazándola de nuevo–. Cree entonces esto.

Bajó la cabeza y la besó una vez más.

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