viernes, 1 de noviembre de 2019

El Seductor: Capítulo 60

–Estoy fuera del pueblo por ahora –dijo Paula–. Pero seguro que las carreteras ya están despejadas y volveré a Pine Gulch tan pronto como pueda, te lo prometo. Puedo estar de vuelta en…

Miró a Pedro y casi dejó caer el teléfono al ver la expresión en sus ojos mientras levantaba tres dedos.

–Tres horas –le dijo a Diana–. Aunque haré lo posible para que sean dos y media.

–¡Eso no es tiempo suficiente para prepararlo todo!

–Todo saldrá bien, te lo prometo. Intenta llamar a Adrián al hospital para ver cómo están las cosas y si nos puede guiar en las recetas que quedan por hacer.

–Diez horas, Pau. Eso es lo único que tenemos.

–Lo sé. Saldremos de esta, te lo prometo.

–Eso espero. Ya sabes lo importante que es.

–Lo sé.

–¡Esta es mi oportunidad con Leonardo y no voy fastidiarla!

Paula recordó entonces que sus motivos para querer que la fiesta saliera bien eran distintos a los de Diana. Mientras que ella quería adquirir confianza con su equipo, los motivos de Diana tenían más que ver con cierto profesor de educación física en el que estaba interesada.

–Ya sabes lo mucho que me costó pedirle que fuera mi cita esta noche –dijo Diana–. Quería impresionarlo dando esta magnífica fiesta y ahora todo va a ser un desastre por la estúpida de Belén Grumley.

–Todo saldrá bien, te lo juro. Lance no se enterará de nada. Llámame en cuanto veas cómo está la situación en la cocina de Adrián.

–No quiero llamarte mientras estés conduciendo, sobre todo en estas condiciones. Seguro que las carreteras aún estarán heladas.

No quería decirle a Diana que no se preocupara por eso porque conduciría otra persona, sobre todo si esa persona era Pedro Alfonso.

–No te preocupes por eso. Tú llámame.

Finalizó la conversación y miró a Pedro, que seguía mirándola con una sonrisa perezosa. Paula quería meterse de nuevo en la cama con él, pero sabía que era imposible.

–Tengo que volver. Ha habido una emergencia.

–Parecía urgente.

–La fiesta del colegio que te comenté. Es esta noche. Adrián Grumley se ocupa del catering, pero su mujer se ha puesto de parto tres semanas antes. Diana cree que lo ha hecho a propósito.

–A Belén siempre le ha gustado ser el centro de atención.

–¡Tú también no! –exclamó Paula dándole con la almohada en la cabeza–. Por el amor de Dios, ¿Es que no puede una mujer ponerse de parto sin que los demás piensen que tiene motivos ocultos?

Pedro se rió y la arrastró hacia él.

–Lo siento –dijo ella–, pero de verdad que tengo que volver para ocuparme de la crisis.

–En ese caso, será mejor que ahorremos tiempo y nos duchemos juntos –contestó él arqueando una ceja.

Ducharse juntos resultó no ser la idea más práctica del mundo después de todo. Paula no había esperado realmente que eso ahorrase tiempo, pero tampoco había podido resistirse a seguir besándolo y tocándolo. Hicieron el amor con una ternura casi insoportable, y deseó que el aguade la ducha pudiera disimular sus lágrimas. Finalmente se pusieron en camino. Pedro conducía su furgoneta con su competencia habitual en aquellas condiciones tan pésimas, y Paula se sintió aliviada por su presencia. Ella pasó casi todo el camino haciendo listas de las cosas que aún les quedaban por hacer para que la fiesta saliera bien. A una hora de Pine Gulch, Diana volvió a llamar.

–¿Puedes hablar por el móvil? ¿Las carreteras no están demasiado resbaladizas? –preguntó.

–Están bien –le aseguró Paula–. No voy conduciendo.

En la pausa que siguió, casi pudo oír el cerebro de Diana ponerse en marcha para averiguar con quién habría ido a Jackson, pero, por suerte, su ayudante no dijo nada.

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