viernes, 1 de noviembre de 2019

El Seductor: Capítulo 59

Paula no estaba segura de cuántas veces habían hecho el amor durante la noche. Parecía no saciarse nunca de aquella pasión. Probablemente aquella fuese la cuarta vez. Quizá la quinta. No estaba segura, solo sabía que se había despertado algún tiempo antes y se había dado cuenta de que la luz del sol entraba por la ventana y que Pedro estaba a su lado.

–Parece que ha pasado la tormenta –dijo él.

Tendrían que marcharse pronto, pero, por el momento, el hombre que amaba estaba entre sus brazos y no estaba preparada para dejarlo marchar. Lo besó y deslizó las manos por su pecho y hacia abajo. Disfrutaba de la anticipación que se iba formando dentro de ella, del modo en que los músculos del estómago de Pedro se contraían a medida que lo tocaba, cuando, de pronto, sonó su teléfono.

–Debería contestar –dijo Paula tras unos segundos.

–¿Tienes que hacerlo?

–Debe de ser mi padre o uno de los niños. Tengo que verlo.

No reconoció el número de la llamada, pero contestó de todos modos con la esperanza de que la otra persona no pudiera advertir su voz rasgada.

–¿Sí?

–¿Pau? ¿Eres tú? –era la voz de Diana Weller.

–Hola, Diana –dijo Paula incorporándose sobre la cama–. ¿Qué tal?

–Genial. Soy la encargada de preparar una cena para cincuenta personas en diez horas y los del catering eligen hoy para fallarme.

La fiesta del colegio. No había pensado en eso desde el día anterior. ¿Cómo podía Pedro tener el poder de hacerle olvidar algo con lo que había estado obsesionada durante semanas? En un esfuerzo por alegrar la moral de la escuela y por intentar tener relación con sus empleados, Paula había decidido pagar con su dinero una fiesta para el personal del colegio. Diana había ofrecido la elegante casa de sus padres como escenario, pues ellos estaban de viaje durante las fiestas. Su eficaz ayudante se había ocupado de toda la planificación.

–¿Qué quieres decir? ¿Qué pasa con Adrián?

–No es él. Es su estúpida esposa –dijo Diana–. Belén se ha puesto de parto tres semanas antes, ¿Puedes creerlo? ¿Cómo puede hacernos esto? ¿De dónde vamos a sacar un catering con tan poco tiempo? Esto es tan típico de Belén… Siempre me ha odiado. No ha cambiado nada desde que era jefa de las animadoras en el instituto. No puede soportar no ser el centro de atención.

–Realmente dudo que hubiera planeado ponerse de parto para fastidiarte y arruinar la fiesta.

–No la conoces como yo. No me sorprendería nada.

Paula no la conocía en absoluto, pero sabía que Adrián era un caterer estupendo al que ya había contratado en dos ocasiones desde que llegara a Pine Gulch.

–¿Qué vamos a hacer? –preguntó Diana–. ¡Esto es una pesadilla! Entre la ventisca de ayer y el egoísmo de Belén, la fiesta va a ser un desastre.

–Cálmate. Ya se nos ocurrirá algo. No creo que Adrián no tuviera nada preparado para la fiesta teniendo en cuenta que quedan solo unas horas.

–Trató de explicarme las cosas que ya estaban preparadas para la fiesta, pero solo se oía a Belén de fondo gritándole que se diera prisa. Estaba tan alterado que no me enteré de nada. Pero sí me dijo dónde guardaba la llave extra de su cocina.

Paula se puso en pie y comenzó a caminar por la habitación.

–De acuerdo. Esto es lo que vamos a hacer. Tienes la llave y el menú que convinimos. Puedes ir a casa de Adrián ahora mismo y ver si puedes averiguar qué parte de la comida está lista y cuánto nos queda por hacer.

–Puedo hacerlo. Solo está a unas manzanas de distancia. Mejor aún, ¿Por qué no te reúnes conmigo allí? Podríamos hacerlo más rápido si estuviéramos las dos.

–Bueno, es un poco complicado –dijo Paula mientras se ponía la camisa de Pedro, tras darse cuenta de que estaba completamente desnuda caminando por la habitación–. Me quedé atrapada en Jackson anoche por la tormenta.

–¿Estás en Jackson? ¡Cuando he llamado a tu casa y tu padre me ha dicho que te llamara al móvil, no ha dicho nada de que estuvieras fuera del pueblo!

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