lunes, 4 de noviembre de 2019

El Seductor: Capítulo 61

–De acuerdo, la situación no es tan desastrosa como me temía – dijo Diana–. Los postres y los aperitivos ya están preparados, y la ensalada también. Adrián solo tenía la mitad de las patatas gratinadas listas. Dado lo rápido que se consumen, pensé que podríamos preparar patatas asadas para cuando se terminen las otras.

–Una idea genial.

–Yo puedo encargarme de eso. Mi madre tiene dos hornos en la cocina y puedo programarlos para que esté listo para el inicio de la fiesta. Y también puedo cocinar el jamón en mi casa.

–Maravilloso. Parece que lo tienes todo bajo control.

–No todo. Aquí viene la parte complicada. ¿Recuerdas que íbamos a servir jamón y el famoso pollo con cebolla, champiñones y vino tinto de Adrián? Tiene todos los ingredientes, pero no tengo ni idea de cómo prepararlo.

Paula pensó con celeridad. Sus habilidades en la cocina no eran de lo mejor, pero imaginaba que podría seguir una receta.

–¿Hay algo más con lo que podamos sustituirlo?

–¿Alguna idea?

–Mira a ver si puedes encontrar alguna receta en la cocina de Adrián. Yo llegaré lo antes posible. Entre las dos se nos ocurrirá algo. Muchas gracias por todo lo que has hecho hasta ahora. Es mucho trabajo, te debo una.

–No te defraudaré, te lo prometo.

–Solo asegúrate de que te quede tiempo para arreglarte y deslumbrar a Leonardo.

–¿Estás de broma? ¡No estoy haciendo todo esto para luego aparecer con un delantal y unos vaqueros!

Paula se rió y colgó el teléfono.

–Si sacamos esto adelante, va a ser un milagro –le dijo a Pedro.

–¿Hay algo que yo pueda hacer? No soy muy bueno en la cocina, pero puedo cumplir órdenes.

–Creo que nos las apañaremos –dijo Paula pensando en lo que diría la gente si se presentaba en casa de Diana con Pedro Alfonso como pinche–, pero gracias.

Pedro apretó la mandíbula, pero no dijo nada hasta varios kilómetros después, casi a la altura donde Nicolás había estrellado su coche.

–¿Por qué no tienes una cita para esta noche?

–¿Cómo sabes que no tengo una cita?

–¿Acaso la tienes?

–No –admitió Paula–. No me pareció apropiado.

–¿Por qué no?

–No sé. Supongo que porque soy la directora –y porque el único hombre al que quería llevar era al último al que podría llevar.

–Incluso aunque hubieras decidido llevar a alguien, nunca me habrías llevado a mí, ¿Verdad? – preguntó él tras otra larga pausa.

Paula no quería tener esa conversación en ese momento, cuando estaban a punto de llegar y tenía que encargarse de tantas cosas.

–Pedro… –comenzó, pero no tenía ni idea de cómo continuar, de modo que se calló.

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