lunes, 13 de mayo de 2019

Paso a Paso: Capítulo 66

—Sugiero que permanezca aquí internado en el hospital unos días y que reciba ayuda psiquiátrica.

—Lo que sea necesario —dijo Pedro, en tono neutro.

Se produjo un breve silencio.

—¿Podemos verlo?—preguntó finalmente Pedro, con los ojos clavados en Paula.

El doctor Mays no titubeó.

—No hay problema.

—¿Y qué hay del FBI?

—Tampoco hay problema.

Cuando entraron en la desnuda habitación de Lucas unos minutos más tarde, él estaba tumbado en la cama, con el ceño fruncido. Ya no parecía tan exhausto y débil como antes. Además, parecía haber recuperado parte de su seguridad.

—¿Cuando puedo irme a casa? —su tono tenía un cierto tono malhumorado.

Paula experimentó un inmediato alivio. Imágenes fugaces del Lucas de siempre —arrogante y malcriado para ser exactos— acudieron a su mente. Y aquello era una buena señal. De todas formas, no creía que Pedro compartiera su visión de las cosas.

—Todavía vas a tener que quedarte unos días, me temo —dijo Pedro, acercándose a la cama—. El médico quiere mantenerte aquí en observación.

—¿Por qué? —preguntó Lucas—. Estoy bien.

Pedro le lanzó a Paula una mirada rápida, luego la volvió de nuevo hacia su hijo.

—No, no estás bien.

—Bueno, me quedaré solamente si Paula se queda conmigo.

Repentinamente sumida en la confusión, Paula no supo qué decir.

—¿Paula? —dijo Lucas de nuevo, con un tonillo petulante.

Tragándose un suspiro, Paula se acercó al otro lado de la cama y le tomó la mano.

—Me quedaré todo el tiempo que pueda —susurró, sabiendo que su voz sonaba rara.

Santo Dios, lo estaba intentando. Pero con Pedro mirándola…

—Ha… sido pensar en tí lo que me ha permitido mantener la cordura —Lucas hizo una pausa y le apretó más la mano—. No irás a abandonarme ahora, ¿Verdad?

El súbito silencio de la habitación fue como un rugido ensordecedor. Paula alzó la cabeza y miró a Pedro a los ojos, ojos que estaban tan vacíos y secos como un tenebroso día de invierno. Luego, él apartó la mirada. Tratando de ignorar el penetrante dolor que atravesó su corazón, ella se obligó a sí misma a decir:

—No, no te abandonaré.



Paula permaneció fiel a su palabra. Casi cada momento libre del día lo pasaba con Lucas. No regresaba al rancho hasta la noche. Y, sin excepción, nunca encontraba a Pedro allí. Había querido regresar a su casa, pero hasta que los secuestradores no fueran arrestados, ni Pedro ni el FBI pensaban que fuera buena idea. Durante aquella semana, los beatíficos momentos que él y ella habían pasado el uno en los brazos del otro le parecían más un sueño que una realidad. El extraño comportamiento de Pedro no sólo le extrañaba, sino que le irritaba. ¿Era el sentimiento de culpa lo que le impedía acercarse a ella, o era otra cosa? Era aquella «otra cosa» lo que la estaba sacando de quicio. La situación con Lucas era delicada, lo sabía, y debía afrontarla con cautela y cariño. Pero por mucho que fuera imposible espetarle la verdad a Lucas en aquel momento, no quería decir que Pedro y ella no pudieran estar juntos. En lugar de mirar los aspectos sombríos, se aferró a la esperanza de que, una vez Lucas hubiera salido de la clínica, las cosas volverían a la normalidad… Pedro volvería a la normalidad. ¿Y entonces qué? ¿Le contarían que eran amantes? Sí. Ella estaba dispuesta. Pero, sinceramente, no sabía lo que sentía Pedro. Y aquella incertidumbre la estaba destrozando. Mientras tanto, ella estaba manteniendo su promesa a Lucas, aunque cada día le costaba más que el anterior. La personalidad de Lucas había sufrido otro cambio, y era un cambio definitivamente desagradable. Se hubiera podido pensar que su experiencia le habría ayudado a madurar, a mirar la vida con ojos diferentes. Y no había sido así. Si cabía, Lucas parecía aún más egoísta y más exigente que nunca. Estaba respondiendo al tratamiento, aunque había momentos en que se veía asaltado por pesadillas y momentos de depresión. Pero la mayor parte del tiempo, le costaba un gran esfuerzo no sacudirle. Desde que había llegado a su habitación dos horas antes, había estado quejándose de todo en general y de nada en particular.

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