miércoles, 1 de noviembre de 2023

Irresistible: Capítulo 21

El director de la empresa de los estibadores lo había llamado hacía poco rato, y sus preocupaciones por las alteraciones de última hora en las listas de envíos habían bastado para que Pedro iniciase una discreta investigación en los muelles. Había sospechado que alguien no hacía bien su trabajo, pero si era más que eso, si Paula estaba involucrada en algo...


—No te importará decirme lo que llevas en esa bolsa —su tono era duro, al igual que su expresión, pero ¿Qué otra cosa podía hacer más que pedirle una explicación?


Ella jugueteó con la bolsa y después se la colgó del hombro, con cierto gesto desafiante.


—No es nada. Sólo son cosas que tengo que llevarme a casa.


—Esos papeles parecían impresiones —dió un paso hacia ella— . ¿Por qué tienes que llevarte trabajo a casa? No me has dicho  nada al respecto.


«Dame una explicación, Paula, ayúdame un poco».


—Vaya no sabía que tenías una vista tan aguda como para haber visto tanto en tan poco tiempo —respondió ella, sarcástica, antes de echar un último vistazo a su mesa y dirigirse a la puerta—. Si no nos cruzamos en el hospital, supongo que hasta el viernes.


Se había despedido de él. Así de simple. Aunque él era el que había hecho la pregunta, ella era la interesada en mostrar que no tenía nada que esconder. Con un gracioso movimiento de trasero, cubierto por una falda de terciopelo rojo, ella salió por la puerta. Ese movimiento lo había hecho a propósito, decidió él. Pero aún no podía comprender cómo mantenía tanto la calma si le estaba ocultando algo.


—No creas que puedes librarte de mí con tanta facilidad —cerró el despacho, salió de la oficina y la siguió por el pasillo.


—No intento librarme —lo miró desganada por encima del hombro y siguió caminando mientras se abotonaba el abrigo color burdeos con una sola mano—. Sólo me marcho a mi casa, y no es ningún delito, por si no lo sabías.


Pedro deseaba que ella fuera inocente, algo en su interior se lo pedía a gritos. Quería creer en ella, aunque eso no debería importarle. Debía ser por el hecho de que ella quisiera tanto a su abuelo. El sentimiento de culpa de él de haber dejado a su abuelo solo tantos años lo reconcomía por dentro. Eduardo deseaba que él se quedara. Para siempre. Lo veía en sus ojos cada vez que lo visitaba en el hospital. No podía hacer eso, y tal vez se había consolado a sí mismo con el hecho de que Paula hubiera estado ahí para Eduardo. Y que seguiría estando. ¿Cuánto le importaba el que ella estuviera escondiendo algo? «No puede estar ocultado cosas. Debo haberme equivocado en algún punto».


—¿Por qué no me cuentas...?


—No tengo nada que contarte —le espetó ella, pero seguía colorada—. Sólo trato de ayudar a Eduardo.

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