miércoles, 22 de noviembre de 2023

Irresistible: Capítulo 69

 —Atrás, Pau, ponte detrás de mí. Ella... No creo que Teresa se encuentre muy bien en este momento —la advertencia de Pedro llegó en el momento en que todas las piezas del puzzle encajaron para ella. Había sido Teresa quien había amenazado a Pedro, y eso la enfureció.


—¿Cómo pudo, Teresa? Tendrá mucho de lo que responder ante la justicia.


Teresa sacó sin más una pequeña pistola de su bolso de brillantes.


—Esto es todo culpa de Eduardo y de esa ridícula paga. Dijo que tenía que quererlo a él más que a su dinero —estaba apuntando directamente a Paula—. En realidad, tú eres la causante. Desde que llegaste, él no dejaba de hablar de tí. Te quería más que a mí.


—Eso no es cierto, Teresa —intentó calmarla Pedro, interponiéndose entre Paula y la pistola.


—No, Pedro —protestó ella.


Estaba claro que Teresa no estaba bien. Respiraba con mucha agitación y empezó a llorar de forma histérica.


—No puedo vivir como una pordiosera. ¿Es que no lo ves? Yo nací para algo mejor —dijo, levantando los brazos hacia el cielo—. Nací para tí, Pedro, no para un hombre viejo. ¿Por qué no me dí cuenta de que podía tenerte a tí y a tu riqueza antes de que fuera demasiado tarde?


—Está loca —murmuró Paula.


—Dame la pistola, Teresa —Pedro dió otro paso hacia ella—. Hablaremos de ello.


Paula estaba helada pensando que en cualquier momento Teresa apretaría el gatillo y dispararía contra Pedro, pero él siguió insistiéndole y habiéndole con palabras cariñosas.


—Tenías que haberte mantenido alejado del muelle. Yo no quería hacerte daño, Pedro, pero tenía que hacer subir mis pequeñas adquisiciones al cargamento de Montbank.


—Tuviste que ser muy lista para lograr eso, Teresa —Pedro hizo sonar sus palabras como si se tratara de una alabanza, más que de otra cosa—. ¿Qué escondías? ¿Droga? ¿Contrabando?


—Joyas y otros objetos robados por mí misma en fiestas y eventos similares. Con eso podía contar con un pequeño suplemento para mi paga. Soy lista, ¿Verdad? Era lo único que podía hacer —continuó, con un tono mucho más duro—, pero entonces llegaste tú. Yo creía que podría convencerte de que vinieras a mi lado, pero la deseabas a ella —Teresa apuntó con la pistola al tiempo que escupía las palabras, resentida.


Paula se echó al suelo sin pensar en nada más, y Pedro se abalanzó sobre ella. Se disparó un tiro y el mundo de Paula se detuvo al creer que Pedro pudiera haber resultado herido. Pero la bala se clavó en la pared, y él forcejeó unos segundos con Teresa antes de quitarle el arma e inmovilizarla contra el suelo. La pelea pareció acabar con la resistencia de la mujer de Eduardo, que sollozaba sobre el suelo.

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