lunes, 6 de noviembre de 2023

Irresistible: Capítulo 34

 —Sí —balbuceó ella—. Todas tenemos nombres complicados y rimbombantes: Isabella, Paula y Sofía... como Sofía Loren. A nuestros padres no les gustaban las cosas vulgares, aunque al final nos acababan llamando de una forma sencilla —Paula se interrumpió—. Seguro que esto no te interesa nada. Sólo son nombres, al fin y al cabo —nombres dados por unos padres que consideraron que criar a dos hijas aceptables y a una decepcionante era demasiado para ellos.


—¿Dónde están sus padres ahora? —Pedro había sonreído, pero ahora esperaba la respuesta. Parecía que sí le importaba al fin y al cabo.


Paula deseaba contarle toda la terrible verdad, pero al final dijo simplemente:


—Están en el extranjero —por lo que ella sabía, era cierto—. Vaya, mira la hora que es —se incorporó de un salto y levantó la mano para mirarse la muñeca, pero no llevaba reloj—. Seguro que estás cansado. Ya te hemos retenido bastante tiempo, aunque la verdad es que hemos avanzado bastante...


—Estás muy sexy cuando hablas sin parar —él se levanto también, la agarró de la mano y la hizo ir hacia él—. Estás sexy comiendo arroz, estás sexy comiendo pizza...


¿Sexy? ¿Le resultaba sexy verla comer? Desde luego, se calló completamente, pero sus defensas se vinieron abajo.


—Quiero quedarme, Pau, pero no creo que sea una buena decisión —sonrió travieso—. No estoy seguro de poder comportarme como un caballero.


—Oh, de acuerdo...


Él casi había llegado a la puerta cuando ella lo alcanzó. Lo cierto era que aún no había conseguido asimilar sus comentarios y todo ese deseo que había entre ellos.


—No sé si preguntarte lo que estás pensando —le dijo él, acariciándole la mejilla como hizo el día que se conocieron.


Ella ya conocía ese gesto, tenía que haber estado preparada y no tenía que haberle pillado por sorpresa, pero en su lugar, la impresión que le produjo fue aún mayor y le hizo desear más y más. Pero sabía que no podía fiarse de él: no sabía cuánto tiempo iba a durar su atracción por ella.


—Lo siento. No tenía derecho a preguntarte por lo que llevabas en la bolsa.


Ella deseaba que la siguiera acariciando, aunque no debiera hacerlo.


—¿Por qué me lo preguntaste?


—Fue una tontería —él dudó un momento—. Pero, Pau, si estás metida en algún lío... —él se apartó de ella y dió un paso atrás.


—No sé a qué te refieres —Paula frunció el ceño.

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