miércoles, 29 de noviembre de 2023

No Esperaba Encontrarte: Capítulo 6

 —Está bien, ahora estamos en un entorno civilizado —dijo Paula, bebiendo un sorbo de agua.


—Me gustan las cosas buenas. No me avergüenzo de ello.


—Mmm, quizá no sea Pont l’Eveque, pero está igual de bueno —dijo, probando el queso.


Pedro abrió su cartera, tratando de desviar su atención del movimiento de la boca de Paula, y sacó los documentos para que ella los viera. Ella leyó algunos de ellos durante un par de minutos en silencio. Entonces lo miró, frunciendo el ceño.


—¿Dijiste que tu asesor financiero obtuvo esto?


—Son auténticos, Paula. La información nos ha llegado de una respetable empresa de investigación. Como puedes ver, la compra de tus vestidos por parte de María fue una operación financiera más que arriesgada para ella.


Indicó el papel que había adjunto al documento.


—Si quieres, puedes telefonear a la empresa ahora mismo. Te confirmarán todo lo que has leído.


—No puede ser verdad —susurró Paula, comenzando a revisar de nuevo los documentos—. Pero es cierto, ¿No es así? María se ha excedido de tal manera que es difícil que pueda recuperarse, y se ha llevado con ella mis vestidos y el comienzo de mi reputación como diseñadora. Debería haber comprobado su situación financiera, no debería simplemente haberla asumido.


A Paula le faltó el aire.


—Estamos las dos arruinadas. No veo cómo siquiera ella puede esperar recuperarse económicamente, por no hablar de que mis vestidos sean un éxito. Mi plan de cinco años se ha terminado antes siquiera de que comenzara.


—Lágrimas de cocodrilo, querida mía —dijo Pedro, que no se creía su pesar.


—No puedo comprar los vestidos —dijo Paula, mirando sus manos—. Ya tengo… Ya tengo suficientes problemas ahora mismo.


—Aun así no te importó que fuera María la que los tuviera.


—Sabía que funcionaría con el tiempo —explicó ella, con el desasosiego reflejado en la mirada—. Quizá debería haber establecido una cláusula de escape para María. No pensé en ello.


—Simplemente pensaste en usar a María y, si las cosas no marchaban bien, marcharte sin ninguna responsabilidad. ¿Crees que voy a quedarme de brazos cruzados y dejar el futuro del negocio de mi tía en tus manos ahora que sé lo que has hecho, Paula?


—Si María hubiese sido tan rica como yo creía…


Paula se levantó y tomó su bolso.


—Trabajarás conmigo hasta que arreglemos las cosas, Paula — decretó Pedro—. Llevarás puestos tus vestidos en las recepciones más importantes de Melbourne, en el teatro, en la opera, en las fiestas… En cualquier lugar en el que tus posibles clientes se reúnan.


—Una cosa es que me ponga un vestido bonito y vaya al teatro con mis hermanas —dijo Paula, a la que le encantaba hacerlo con ellas y con el marido de la embarazadísima Carla—. Pero tú no puedes decidir las cosas y decir que tengo que hacerlas. Y de todas maneras, ¿Por qué querrías estar conmigo?


—Puedo decidir y hacer que lo hagas. No quiero estar contigo. Simplemente quiero comprobar que cumples mis exigencias. No quiero que mi tía sufra por tu culpa —dijo Pedro, rozándole el brazo a Paula mientras abandonaban el restaurante—. Quiero que hagas todo lo necesario para que esto funcione, y quiero que lo hagas discretamente. 

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