miércoles, 22 de noviembre de 2023

Irresistible: Capítulo 66

Su sonrisa desapareció. Bueno, tal vez el futuro no fuera de color de rosa, pero tenía que intentarlo.


—¡Hay miles de opciones aparte de un matrimonio forzado sin amor! —Paula guardó el test con el vasito y la caja en su bolso—. No me casaré contigo. Me niego a verme atrapada en un matrimonio al que te ves obligado.


—Pero no puedes... —Pedro se dió cuenta de que podía haber presentado de otro modo su idea del matrimonio; como algo agradable, y no como si estuviera firmando su sentencia de muerte.


—Pedro, por mi parte, está todo dicho. Propuesta denegada —y se fue hacia la puerta.


—Pau —y le agarró la mano—. No me has entendido.


—No puedo —dijo, entre lágrimas que a Pedro le desgarraron el corazón—. Tengo que irme a casa. Tengo que hablar con gente a la que quiero y que también me quiere a mí. Por favor, déjame.


Cuando ella se marchó, Pedro se quedó un buen rato helado. ¿No había ninguna oportunidad para él? ¿Es que ella no lo quería ni un poquito? «Si lo que quieres es ser padre y esposo, tendrás que quedarte, y para siempre. Siempre has dicho que no harías eso». Pero se trataba de Paula y de su hijo. Eso lo cambiaba todo. Se sentó e intentó trabajar, pero su corazón estaba con ella. Se acababa de dar cuenta de que la quería; la quería de un modo completamente inesperado. Se había enamorado y había tratado de utilizar su embarazo como excusa para pedirle que se quedara con él, obligándola al compromiso. Estaba enamorado de la madre de su hijo. Tenía que encontrarla, tenía que hablar con ella y decirle lo que sentía. Tenía que haber una manera. En ese momento sonó el teléfono. Estuvo a punto de ignorar la llamada, porque tenía cosas más importantes en mente, pero pensó que podía ser Eduardo.


—Pedro, soy Bella —parecía muy nerviosa, hablaba atropelladamente—. Pau acaba de tener un accidente de coche —Bella le dijo el lugar exacto, muy cerca de la oficina—. Hay un atasco, y yo estoy en el otro lado de la ciudad, sin coche. Me ha dicho que está bien, pero no para de hablar de plantas y está atrapada en el coche, Pedro. Tal vez crea que está bien, pero puede estar malherida, o...


—¡Bella! —con la llamada de atención trató de atajar el ataque de pánico, pero lo cierto era que lo empezaba a sentir él mismo. Se había quedado sin respiración—. ¡Voy a buscarla!


Corrió a toda prisa por el estacionamiento pensando en la mujer que amaba y en el hijo que esperaban, y en el trayecto en coche hasta el lugar del accidente, Pedro se saltó todas las normas de seguridad. AI llegar al lugar donde estaban las ambulancias y las grúas, estacionó junto al arcén y saltó del coche para correr llorando al lugar del accidente.


—¡Eh, no puedes dejar el coche ahí en medio! —le gritó alguien.


—¡Estacionalo tú, por favor, yo no tengo tiempo! —y le lanzó las llaves del descapotable al desconocido.


Allí estaba el escarabajo amarillo con la placa de prácticas, aplastada y descansando sobre el cristal trasero.

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