viernes, 24 de noviembre de 2023

Irresistible: Epílogo

Paula pensó que había sido una buena idea, en todos los sentidos, el dejarle el descapotable a sus hermanas mientras Leonardo reparaba a Gertie. Sofía le perdonó todo después del primer viaje con la capota bajada. Bella fue algo más dura, fulminando a Pedro con la mirada cada vez que lo veía, pero cedió a montarse en el coche y accedió a esperar con los demás en la calle a que Leonardo trajera a Gertie del taller.


—¿Por qué tarda tanto Leonardo? Estoy deseando ver a la nueva Gertie —dijo Sofía, incapaz de estar callada.


Bella y Paula sacudieron la cabeza.


—Sólo quiero que sepáis que cuidar de vosotras dos no me ha resultado nada fácil —dijo Bella, y aprovechó para fulminar a Pedro con la mirada—. Y que la ropita del bebé, es cosa mía.


—Encantado —sonrió Pedro, a quien cada vez le caía mejor la hermana mayor de Paula.


Entonces oyeron el familiar ruido del motor de Gertie y todos se quedaron boquiabiertos. A Pedro le costó admitirlo, pero Leonardo había dado al coche una nueva vida. Había hecho un trabajo excelente. Las tres hermanas estaban encantadas y cuando el musculoso mecánico salió del coche, corrieron a cubrirlo de besos. Entonces fue cuando la actitud amable de él se esfumó. Se abrió paso entre el grupo para verse cara a cara con el mecánico.


—Gracias por ocuparte del coche.


—Siempre es un placer para mí ayudar a las chicas —le respondió él, a un centímetro de distancia y sin dejar de mirarlo a los ojos.


—Yo me ocuparé de la factura.


Las chicas se quedaron mirándolos, se miraron entre ellas y sacudieron la cabeza.


—¿Voy a buscar un cubo de agua para separarlos? —dijo Sofía—. Es lo que se hace con los perros y los gatos cuando se pelean.


—¿Qué parte de «Pau y Leonardo» son amigos no ha entendido Pedro? —preguntó Bella y todas echaron a reír.


—Son chicas —dijo Leonardo, mirando a Pedro—, no hay quien las entienda —al ver que Pedro lo miraba con cara de extrañeza, le dijo—. Tú sabes que soy gay, ¿Verdad?


Pedro parpadeó, frunció el ceño y se pasó una mano por el cuello.


—Claro, claro que lo sabía.


Leonardo echó a reír.


—Por cierto, voy a ser el padrino.


—Tú serás el padrino si me dejas pagar la factura —respondió Pedro.


Leonardo se quedó pensándolo.


—¿Cuántos niños vais a tener? ¿Piensas tenerla todo el día en casa ocupada con los niños Alfonso?


—Métete en tus asuntos.


Leonardo rió hasta que se le saltaron las lágrimas, y las chicas también. En ese momento sonó el móvil de Paula. La perla rosa de su anillo de pedida brilló en su dedo cuando fue a buscarlo en el bolso, y recordó la noche que Pedro se lo había dado. Cuando ella entendió lo que le estaban diciendo, dió un grito, tiró el móvil y corrió a abrazar a Pedro.


—¿Qué le habrán dicho? No puede ser que está embarazada, porque eso ya lo sabe —comentó Leonardo.


Paula rió y dijo:


—El crucigrama de Eduardo ha ganado el tercer puesto en el concurso. Está tan contento que dice que va a empezar a trabajar en uno nuevo con su enfermera para ganar el primer premio en el siguiente concurso.


—Estupendo. ¿Y si vamos ahora a ejercer un poco nuestra propia imaginación —propuso Pedro, con ojos llameantes.


—¿Ahora? —a ella le gustaba la idea, y le pasó un dedo por el pecho.


—¿Recuerdas eso que teníamos sin terminar en el estacionamiento?


—Pero estamos en pleno día —repuso ella, escondiéndose de las miradas de sus hermanas y Leonardo.


—Improvisaremos —sonrió Pedro, y sacó una placa de conductor en prácticas del descapotable—. Por cierto, te toca conducir.


—¿Quieres que lleve yo a Bentley? —ella estaba sorprendida.


—¿Bentley? Pau, este coche no es un Bentley.


—Pero es su nuevo nombre a partir de ahora.


—Bien —Pedro tomó aliento—. Como Bentley es ahora nuestro coche, tú también debes conducirlo, porque eres una buena conductora. Supongo que podremos regalárselo a Joe cuando nos compremos otro más grande.


—O guardarlo para las ocasiones especiales —susurró ella, con una sonrisa sexy—, como los aniversarios de boda, escapadas románticas y esas cosas. ¿Qué te parece?



Pedro sólo podía estar de acuerdo.





FIN

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