miércoles, 15 de noviembre de 2023

Irresistible: Capítulo 52

 —Pero decidimos... —sus labios se resistían, pero sus ojos ya estaban entregados.


—Sí —en ese momento no recordaba por qué habían decidido mantenerse alejados el uno del otro, pero la tensa expresión que veía en los ojos de ella lo ayudó a alejarse—. Yo pondré el café mientras tú te cambias de ropa.


Cuando salió de la habitación, Paula llevaba unos pantalones verdes oscuros y un jersey a juego que se ajustaban a su cuerpo como una segunda piel.


—Al menos no pasarás frío —le dijo él, pasándole una taza de café—. Vamos a la salita. Quiero hacerte unas preguntas.


Ella se sentó en uno de los sillones y Pedro en el sofá, intentando no pensar en besarla.


—¿Hablarás con la policía? ¿Dejarás la investigación de los muelles? —ella tomó otro sorbo de café y dejó la taza sobre la mesita—. ¿Cómo mantenemos seguro a todo el mundo mientras llegamos al fondo del problema?


Ésas eran las mismas preguntas que él se hacía, pero las respuestas no era fáciles.


—He llamado a los dos investigadores. Los quiero fuera de esa investigación. Después se lo comunicaré al director de la empresa de estibadores.


—Buena idea, pero aun así, habrá que descubrir qué pasa, porque no estarás seguro hasta que no lo sepamos.


¿Él? ¿Y qué pasaba con ella? Su preocupación por él lo conmovió. Dejó lentamente la taza sobre la mesa mientras se convencía a sí mismo de que no era necesario levantarla en brazos del sillón, llevarla hasta su cama y hacerle el amor hasta perder el sentido.


—Yo estoy más preocupado por tí.


—¿Por qué estabas en el cabaret esta noche? ¿Fue coincidencia? ¿Me estabas buscando?


—Fui a ver a Eduardo —«Tu hermana me dijo que habías salido con alguien y yo simplemente quería hacerlo pedazos»—. Está contento de estar en casa, tiene un aspecto horrible y está enfadado con Teresa porque se ha vuelto a marchar —ella esperó el resto—. Le comenté lo de la jubilación.


—No sé por qué sigues insistiendo...


—Sí que lo sabes —Pedro se levantó y empezó a caminar por la sala mientras Paula lo miraba furibunda.


—Sabes que si Eduardo se lo toma con más calma, aún podrá disfrutar de cierta calidad de vida, pero si sigue trabajando a jornada completa en la empresa, podemos ir preparando su entierro en un año.


Ella se quedó pálida ante sus duras palabras. Después se mordió el labio y suspiró.


—He estado engañándome a mí misma.


—Tú sólo querías que volviera a ser como antes —Pedro también lo quería, y quería una salida a todas las complicaciones que le había provocado la enfermedad de Eduardo—. Tenía que haber esperado a tener un plan mejor para hablar con él del tema.

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