miércoles, 29 de noviembre de 2023

No Esperaba Encontrarte: Capítulo 8

Pero era demasiado tarde. Sofía ya había telefoneado, y la hermana de ambas no tardó en llegar. Carla llegó mientras Paula estaba tratando de aclararse las ideas. Sus dos hermanas se quedaron mirándola, y ella supo que tendría que explicarles qué ocurría.


—Hoy he visto a Pedro Alfonso. Su hija estaba con él. No exactamente con él, pero estaba allí, esperando en el coche cuando regresamos a él, con una niñera a su lado.


—¿Ha vuelto a hacerse cargo de la niña? —preguntó Sofía, cuyo tono de voz dejaba claro que aquello le parecía incomprensible—. ¿No habías dicho que la había abandonado tras su divorcio?


—A mí también me cuesta creerlo y no tengo ni idea de si la niña está permanentemente con él o no.


—Me pregunto si ahora quiere a la pequeña —dijo Carla, acariciándose la barriga—. Porque un niño necesita que lo quieran, y si los padres no pueden hacerlo, no tienen derecho ni a estar cerca de ellos. 


—Tú quieres a tu bebé muchísimo. Todos lo hacemos. Tengo muchísimas ganas de ser tía —dijo Sofía, abrazando a su hermana por los hombros.


Entonces Paula les explicó la amenaza a la que estaba sometida.


—¿Qué vas a hacer, Pau? —preguntó Carla—. No puedes aceptar este ultimátum. Tendrías que verlo constantemente y soportar que considere que eres una avariciosa y que utilizaste a María.


—Creo que no tengo otra opción —dijo Paula, que comenzó a dar vueltas por la habitación.


—Iván y yo podemos comprar tus vestidos para que así le devuelvas el dinero a María. Te podemos ayudar a establecerte por tu cuenta, Pau, para que comiences de nuevo. Con tu propia tienda, en cualquier lugar. Estoy segura de que Iván lo verá como una inversión a largo plazo.


—O eso, o las tres pedimos préstamos al banco para así poder arreglar el problema —dijo Sofía.


—Eso quizá le permita a Pau pagar a María —dijo Carla—. Pero no creo que consigamos suficiente dinero para que se pueda establecer en una tienda nueva.


—Creo que tienes razón —dijo Sofía, soplando un mechón de su pelo rosa—. Supongo que entonces tiene que ayudarnos Iván —miró a Paula—. Sé que no tuvieron un buen comienzo cuando él dejó embarazada a Carla y todo eso, ¡Pero mira qué bien han salido las cosas! De todas maneras él ayudará, y lo más importante es que no queremos que te acerques al mal nacido que te hizo daño cuando estuviste en Milán.


—Uno de los mal nacidos. Recuerda que el encargado del espectáculo también llevó a Paula a su habitación aquella última noche —recordó Carla.


—Debiste habernos dicho toda la verdad cuando regresaste de aquel viaje —dijo Sofía.


Paula se puso de pie en medio de sus hermanas. Aquello le dolía. Las quería. Querían ayudarla, pero no podía permitir que lo hicieran.


—¿Nos has contado toda la verdad ahora, Pau? —exigió saber Carla.


—Sí, eso es todo. Sé que podía haberos contado mucho más de lo que ocurrió en Milán en su momento, pero quería tratar de olvidarlo.


Paula respiró profundamente. 

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