viernes, 3 de noviembre de 2023

Irresistible: Capítulo 29

Fue todo un alivio el poder concentrarse en Eduardo cuando llegaron con él. Aunque su jefe había mejorado físicamente, estaba bastante deprimido. Hacía lo posible por parecer animado, pero ella veía perfectamente que no estaba bien, y eso la preocupaba. Después de hablar de cosas muy generales, empezó a juguetear con las sábanas. Parecía incómodo, lo cual no era normal.


—No trabajes demasiado, Pedro. Ocúpate solamente de las cosas del día a día —se recostó sobre los almohadones y dejó la vista perdida—. Deja las tareas mensuales... Pronto podré ocuparme yo de todas esas cosas.


—Me las apaño bien —dijo Pedro, amablemente, pero Paula sabía que él no sólo se las apañaba, sino que se entregaba en cuerpo y alma a todo lo que hacía, como había demostrado cuando la besó.


No se quedaron mucho rato después de eso. Pedro le prometió que volvería al día siguiente. Paula anotó mentalmente la hora a la que él dijo que iba a ir, y pensó que buscaría cualquier otro momento del día, pero no tenía nada que ver con evitar a Pedro porque no podía quitarse el beso de la cabeza... Oh, ¡De acuerdo! Era cierto, tenía que poner algo de distancia para poderse aclarar las ideas. Todo aquello era culpa de él: Al final no estaba resultando ser la rata que ella había pensado. Mientras se sentaba en el coche y se ajustaba el cinturón, murmuró para sí:


—Es una rata bastante complicada —una rata amable.


La verdad era que él estaba despertando su curiosidad, y ella estaba casi deseosa de explorar en él, a pesar del claro riesgo que corría de acabar quemada.


—¿Decías algo? —y Pedro levantó una ceja.


Vaya, no sólo tenía buena vista, sino que también tenía buen oído. ¿Habría oído también sus comentarios anteriores? ¿Qué había dicho en realidad?


—¿Los médicos están contentos con los progresos que está haciendo Eduardo? —preguntó, para cambiar de tema.


—Sí que lo están —él la miró con atención—. Habla con coherencia y ya no está desorientado.


Eso era lo que ella había notado, y centrarse en Eduardo en ese momento era una buena idea para dejar de pensar en Pedro y en entregarse a él con un lazo rojo en el cuello para dejarse llevar días y noches enteras por la pasión.


—¿Pero?


—En el lado emocional, no parece estar mejorando como cabría esperar. Por otro lado, pensaba que tú te ocupabas de los informes  mensuales.


—Algunos los hago yo, y de otros se ocupa Eduardo desde hace poco tiempo. No me importaría volver a hacerlos, pero sería mejor que no se enterase. No quiero que piense que estoy entrando en su terreno.


—Me parece bien, pero aún tenemos unas semanas —Pedro tomó la salida en dirección a la ciudad y volvió a quedarse en silencio.


No parecía tener intención de aparcar el coche en una cuneta y probar las posiciones de los asientos. Y Paula tampoco debía de estar pensando en eso. Tenía que pensar únicamente en cuidar de su jefe.


—Ojalá pudiéramos hacer más por él.


Podía animarlo más, y el proyecto de esa noche sería un buen comienzo. Con un suspiro, se relajó en el asiento.

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