miércoles, 22 de noviembre de 2023

Irresistible: Capítulo 68

Tardaron casi una hora en librarse de las garras protectoras de Bella, que lloraba de alegría y regañaba a Pedro alternativamente. Lo bueno fue que su reacción le resultó muy reconfortante a Paula, y al final él las llevó a su casa. Paula sabía que ella y Pedro tenían cosas que hablar; no es que tuviera muchas esperanzas puestas en esa conversación, pero era necesaria de todos modos.


—Bella, necesito una cosa —le dijo Paula saliendo con ella del coche cuando llegaron a casa.


—Dime.


—¿Puedes ir a ver a Leonardo por si necesita ayuda con Gertie? Y después, hay que sacar mis plantas del coche y darles agua. Pedro y yo tenemos que hablar. Quiero que me lleve a la oficina para acabar de solucionar unos asuntos y después tenemos que intentar arreglar algunas cosas. Por favor, dame ese tiempo, Bella, lo necesito.


—De acuerdo —asintió su hermana—. Pero llámame si me necesitas.


—Claro. Te quiero mucho —se abrazaron y Paula volvió al coche, donde Pedro la esperaba—. Vamos a la oficina —le dijo—. Me he dejado algo importante en la mesa.


—Podríamos ir a la casita. Tendrías que estar en cama, o al menos, descansando.


—No me voy a romper, Pedro, y el bebé está tan seguro ahora como antes de hacerme la prueba.


—De acuerdo. Lo siento. Creo que no puedo pensar con claridad en este momento —pero no parecía tener problemas para conducir en medio del tráfico de la tarde.


—Hay algo que me ha sorprendido —comentó ella—. El motero dijo que estaba muy delgada. ¿Cómo puede decir esto de mí, cuando tengo este trasero tan enorme?


—Tu trasero —dijo Pedro apretando los dientes—, es... Lujurioso. Erótico. Es la fantasía de cualquier hombre. ¿Acaso actué como si no me gustara la noche que encargamos a ese niño?


Ella comprendió que él lo decía completamente en serio y se sintió muy halagada.


—¿En serio te gusta?


—Desde el primer día que lo ví. Que te ví, perdón.


—Oh, bueno.


Paula se quedó en silencio, pero sonriendo. Aquel día se había enterado de que estaba embarazada, había sobrevivido a un accidente de coche, Pedro había ido a buscarla y parecía aterrado, y su hermana se había volcado en apoyarla. Lo había superado todo y se sentía fuerte. Lo suficiente como para resolver un misterio:


—Tengo algo que enseñarte en la oficina.


Pedro murmuró algo de que él también tenía algo que enseñarle a ella, como a mostrar aprecio por su trasero, pero ella lo ignoró.


—Cuando saliste a comprar el test de embarazo, llamaron de la empresa de estibadores —empezó a ponerse muy nerviosa—. Creo que si investigamos un poco en unos correos electrónicos, podremos averiguar quién está detrás de todo esto.


—Lo haremos —dijo él, estacionando el coche frente al edificio, sin tanto entusiasmo como ella—, pero primero tenemos que hablar de nuestro futuro. Ese accidente...


Cuando abrieron la puerta de su despacho, los dos se quedaron de piedra.


—¡Teresa! ¿Qué estás haciendo aquí?


Teresa se puso en pie de un salto desde detrás de la mesa de Paula.


—¿Qué está haciendo en mi ordenador? —en ese momento, Paula lo comprendió todo—. Era usted. Usted es la persona que ha estado manipulando los envíos.

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