lunes, 13 de noviembre de 2023

Irresistible: Capítulo 47

Pedro miró la nota y se la guardó en el bolsillo como si nada. ¿Cómo podía actuar con tanta frialdad?


—¿Cuándo pensabas decírmelo? ¿Cuando llegara el sustituto de Eduardo? ¿Cuándo se lo vas a decir a él? ¿O crees que está demasiado mayor para tener nada que decir al respecto?


Él apretó los puños y la miró directamente a los ojos, y por primera vez en días, su mirada se dulcificó... ¿Por pena? ¿Pena por ella? ¿Porque se marchaba?


—Nunca dije que trabajaría en el puesto de Eduardo para siempre.


—No, pero me hiciste creer que estarías aquí hasta que se recuperara —estaba mareada, dolida y decepcionada—. Es como si me hubieras mentido.


—Pau, intenté decírtelo desde el principio —dijo, alargando los brazos hacia ella, pero dejándolos caer enseguida—. Que Eduardo no podría volver a trabajar, pero no me escuchaste.


Eduardo era para ella casi un padre... Si lo perdía como jefe.


—Tal vez sea tu abuelo —le dijo ella, ignorando las lágrimas—, pero aun así no tienes derecho a apartarlo de su puesto en su empresa —tragó saliva para ignorar a la vocecilla que le decía que Eduardo debía realmente tomarse las cosas con más calma—. Y aunque Eduardo hubiera estado de acuerdo en retirarse... ¿Por qué no has elegido a alguien de la empresa?


—No hay nadie aquí cualificado para hacer esa labor —por un momento pareció estar suplicándole que lo comprendiera, pero enseguida endureció su expresión de nuevo—. He elegido a alguien de mi... De la filial de la empresa en el extranjero.


—No puedes hacerlo.


—Tienes que ser razonable —se pasó una mano por el pelo—. ¿Crees que me ha resultado fácil tomar la decisión? Mi abuelo ya no tiene salud para llevar esta empresa. Es hora de que lo comprendas, y de que Eduardo lo comprenda.


—Le diré lo que has hecho —pero empezaba a sentir que él tenía razón, aunque no quisiera creerlo—. Que has contratado a alguien para sustituirlo de forma permanente. «¡Y no me importa si esto significa que te marcharás cualquier día de éstos!»


—Yo lo haré. Lo convenceré y le diré que Erickson es el hombre más apropiado —repuso él, con dureza.


—¿Cuándo se lo dirás? —ella luchó para mantener el control de su emociones—. ¿Cuándo te marcharás?


—Se lo diré pronto. Tal vez esta noche —parecía tener prisa—. Me marcharé en cuanto llegue Erickson.


—Me ayudaste el primer día en el hospital, pero en realidad no te importa tu abuelo —Paula tomó aliento—. Nunca te ha importado, pero yo cuidaré de él. Como cuando tuvo el ataque, como cuando tú lo abandonaste hace seis años.


—Sabes que tengo que irme, Pau. Ahora es más importante que nunca.


—No tengo tiempo para hablar de esto —tomó el bolso y las llaves de su escritorio y se dirigió a la puerta—. Tengo un asunto propio que atender. Con un poco de suerte, me llevará todo el día.


Pedro vió salir a Paula impotente. Lo que más deseaba en el mundo era abrazarla, pero lo que iba a hacer era abandonarla.


—Pau... Nunca quise hacerte daño... Ni con Eduardo ni la otra noche.


—No te preocupes, Pedro —levantó la barbilla, desafiante—. Pronto me recuperaré. Hay muchos hombres en el mundo, y tal vez elija a uno de ellos para que complete mi educación sexual.

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