lunes, 13 de noviembre de 2023

Irresistible: Capítulo 48

Pedro, de camino a la casita, no podía dejar de pensar en la amenaza de Paula: «Tal vez elija a uno de ellos». No podía imaginarla con otro hombre. No lo soportaba. Después de esperar su regreso a la oficina en vano, fue a hablar con Eduardo, y la cosa no fue mucho mejor que con ella. Le presentó la posibilidad de retirarse amablemente, y Eduardo la rechazó de plano y se negó a contemplar sus sugerencias diciéndole que pronto cabalgaría de nuevo. Ya eran dos viviendo en el reino de la fantasía. Llevaba horas conduciendo por la ciudad, inquieto, buscando una calma inalcanzable. Lo peor era que todo acababa llevándolo de nuevo a Paula, independientemente de si pensaba en el trabajo, en su abuelo o en qué cenar. Estaba enganchado a ella. En algún momento se había permitido dejar crecer sus sentimientos por ella. ¿Era sólo afecto o era algo más? En cualquier caso, era algo extraño que le hacía sentir incómodo y amenazado. Cuando llegó a la casita, lo primero que hizo fue marcar el número de teléfono de la casa de Paula. Si pudiera volver a hablar con ella y explicarle que no tenía elección...


—¿Sí? —fue Sofía quien contestó al teléfono.


—Soy Pedro Alfonso. ¿Está Paula? Tengo que hablar con ella de algo de trabajo —además, tenía que contarle lo del rechazo de Eduardo. Eso la alegraría tanto como lo enfadaba a él.


—Lo siento, Pedro, pero Paula ha salido con Leonardo —Sofía parecía apurada—. Todas estamos ocupadas. Bella también ha salido y a mí me están esperando abajo.


Paula. Con otro hombre. «...Completar mi educación sexual». Apelando a todo su control, le explicó a Sofía que era importante que la encontrara, así que ella le dió la dirección de un cabaret muy popular. Pedro colgó el teléfono, se guardó la dirección en el bolsillo y fue a buscar a Paula Chaves.



—Gracias, Leonardo. Me ha encantado el espectáculo —Paula sonrió a su vecino y amigo intentando ocultar lo mal que se sentía —. Gracias por invitarme.


—Por tí, lo que sea, cariño. Además, probablemente no hubiera ido solo, y habría sido una pena desperdiciar las entradas gratis — dijo, haciendo que ella lo agarrara del brazo.


En ese momento, Leonardo vio a alguien conocido y le hizo un gesto con el brazo.


—¡Enrique! ¿Me disculpas un segundo? Me gustaría saludarlo.


—Claro. Te espero aquí —y lo siguió con la mirada un momento antes de girarse.


Un momento después, un hombre se materializó a su lado. Llevaba ropas de trabajo y un gorro de lana calado hasta los ojos.


—Paula Chaves, te he estado vigilando y vengo a darte una advertencia.


—¿Advertencia? ¿Cómo sabe mi nombre? —ella se apartó un poco, asustada—. Váyase, por favor.


—Dile a Pedro Alfonso que si no aparta su nariz de los muelles, lo encontrarán en el fondo del océano con los bolsillos llenos de piedras. ¿Entendido?


—¿Quién es usted?

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