lunes, 20 de noviembre de 2023

Irresistible: Capítulo 63

Diez días después, ella aún no había logrado asimilar lo que había pasado aquella noche, y el efecto que tuvo sobre su corazón, su espíritu y su alma. Y éstos estaban cada día más rotos, pero Pedro seguía allí, hasta que solucionase los problemas pendientes. ¿Cómo iba a olvidarse de él si no se iba? ¿Y si los síntomas que había notado últimamente eran algo más que estrés?


—Sólo es estrés —se dijo, cuando sintió un vuelco en el estómago al detenerse el ascensor. Las comidas tampoco le resultaban apetecibles.


«Dios, no dejes que esté embarazada». «Oh, Dios, por favor, quiero estar embarazada de él». Pedro había intentado disculparse, diciendo que no le había pasado nunca antes y que no tenía que preocuparse por las enfermedades, pero ella no lo había escuchado. Le había dicho que era demasiado tarde en su ciclo y que no habría problema. Pero ahora sí que era demasiado tarde. Eran sólo unos días y seguro que no era nada, pero... A las dos, él fue hacia su mesa.


—No tienes buena cara. ¿Quieres marcharte a casa?


—Estoy bien —le dijo, mientras tomaba agua a pequeños sorbitos y se secaba el sudor de la frente con un pañuelo. 


No quería ir a casa a meterse en la cama y sentirse miserable. Además, podía controlar las náuseas, lo estaba haciendo bien por el momento. Poco antes de las cinco, Pedro fue a la cocina a hacer té. Le llevó una taza a ella y la dejó sobre su mesa.


—Tal vez esto te ayude a sentirte mejor.


Al momento, el estómago empezó a revolvérsele, y la sensación fue subiendo.


—Gracias —dijo, y se puso en pie de un salto para echar a correr al baño de mujeres a vomitar en el lavabo.


Cuando levantó la cara, temblorosa y llena de lágrimas, vió  a Pedro a través del espejo.


—No puedo creer que hayas visto esto —quería salir corriendo de allí, desaparecer de su vista, entrar en la primera farmacia que encontrara y comprar un test de embarazo. Y meterse en la cama y actuar como si no pasase nada.


—¿Crees que ha acabado? ¿Te sientes mejor?


—Ha podido ser la comida. La verdad es que no me siento bien desde que volví de comer, así que tal vez haya sido mejor así.


Cuando volvieron a su despacho, cerró la puerta desde dentro y desvió las llamadas de teléfono. Después tiró el té que acababa de hacer por el desagüe de la pila


—¿Ha sido la primera vez? —le dijo al encontrarla sentada en su silla.


—Sí —y no quería decir que estuviera embarazada. 


Si en los últimos días no le apetecía nada más que cereales y limonada, pues, bueno, podía ser una extraña coincidencia. «¿Quién come cereales y limonada, en todas las comidas?» Aquel día se había hecho un sándwich para comer, y... Bueno, ya había comprobado el resultado.


—¿Estás embarazada, Pau?


Una pregunta muy simple que le rompió el corazón. Cada día que pasaba sin venirle el periodo intentaba no pensar en ello. Hasta había empezado a evitar a sus hermanas para que no notaran lo que pasaba, y lo que ella temía. Aunque no todo era temor. «Quiero un hijo suyo. Lo quiero más que nada, y me acabo de dar cuenta».


—No estoy segura —el decirlo hacía la cosa más real, más plausible—. Sólo tengo un retraso de varios días —y normalmente  era muy regular.


—Quiero que me esperes aquí —habló en voz baja, como si su voz pudiera hacerle daño a Paula—. Quédate sentada y no intentes hacer nada.

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