lunes, 27 de noviembre de 2023

No Esperaba Encontrarte: Capítulo 5

 -Me sorprende que sepas lo de mi divorcio —dijo Pedro sin poder apartar su vista de Paula.


Le enfureció el renacer de la vieja atracción hacia ella. Paula era tan mala como Brenda, decidida a conseguir lo que quería fuese como fuese, y él no se iba a dejar embaucar por segunda vez. Pero no entendía aquel repentino interés que se había despertado en él por Paula. Acarició de nuevo la foto de su hija que llevaba en el pecho, y la culpabilidad se apoderó de él.


—Hace cinco años fui a Italia para un pase de modelos —dijo Paula, deseando que fuera él el que regresara a Italia en aquel mismo momento… pero para quedarse—. Alguien habló de tí. Yo no fui tratando de sacar información, créeme.


—Desafortunadamente, Paula mía, ya no confío en nadie y, desde luego, tampoco en tí.


La capacidad de confiar en las personas le había sido arrebatada a Pedro irrevocablemente, y no una, sino tres veces. Por Paula, por su hermano y por su ex esposa. Quizá Paula, con aquel maravilloso pelo rubio ceniza y aquellos ojos marrones, no sintiera ningún remordimiento. Su ex esposa no lo había sentido. Y ante las preguntas de Pedro, su hermano tampoco lo había mostrado. Se dijo a sí mismo que no debía permitir que la amargura del pasado interfiriera en su nueva vida. Había elegido ir a Australia deliberadamente. Por… Su hija. Por Valentina. Para empezar de nuevo en un lugar donde la traición pudiera ser, si no olvidada, por lo menos apartada a un lado. Había elegido Melbourne porque quería conocer a la escurridiza tía de la que su familia siempre había hablado susurrando.


—Tengo estacionado el coche a unas pocas manzanas. Las pruebas de la situación de María están en él —gruñó Pedro, luchando contra los recuerdos de Paula que todavía le conmovían, aún sabiendo que eran falsos. Se dirigió hacia la puerta principal—. Marchémonos.


—Estoy más que preparada para ver esas pruebas —Paula salió de la tienda y cerró la puerta, activando la alarma—. Cuanto antes terminemos con esto, mejor.


—Estoy de acuerdo —concedió él, tomándola por el brazo y dirigiéndola hacia su coche—. Pero esto es sólo el principio.


Cuando llegaron al coche de Pedro, éste lo abrió con el mando a distancia.


—Bien. Enséñame los documentos.


Pedro sacó su maletín del coche.


—El restaurante Brique's estará tranquilo. Está aquí al lado. Miraremos juntos los documentos.


—¿Por qué no los miramos aquí? ¿Y qué ocurre si quiero comprobar que esos documentos son auténticos?


—Si necesitas comprobarlo una vez los hayas mirado, puedes quedártelos. Tengo copias —entonces señaló hacia el coche—. Si prefieres sentarte en medio de esta calle tan ajetreada…


—Supongo que será mejor ir a Brique's.


Cuando entraron al restaurante, Pedro pidió bebidas y un plato de queso y fruta. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario