miércoles, 29 de noviembre de 2023

No Esperaba Encontrarte: Capítulo 7

 —Sin decírselo a María —dijo Paula, que quería hablar con ella—. ¿Y si insisto en hablar con ella?


Pedro simplemente continuó andando y la miró a los ojos.


—Si no cumples con alguno de mis requisitos, tomaré represalias y arruinaré tu reputación como diseñadora. No podrás volver a trabajar en ese campo nunca más.


—¿Harías eso? —preguntó ella.


Se respondió a sí misma al ver el enfado que reflejaban los oscuros ojos de Pedro.


—No lo dudes, Paula —dijo él, aminorando el paso.


La angustia se apoderó de su cara.


—¿Pedro? ¿Qué…?


Parecía que él no la estaba escuchando. Paula siguió con la mirada lo que estaba mirando él y vió que estaban cerca de su coche de nuevo. Y vió… A una niña pequeña y a una señora de mediana edad al lado del coche. Una niña de pelo rizado y negro con piel aceitunada. ¿La hija de Pedro? ¿Allí? ¿Con él? ¿Por qué? Paula trató de comprender, pero todo lo que vió fue a una niña asustada que se aferraba a aquella señora al ver que Pedro se acercaba. Era la misma expresión que sus hermanas habían tenido reflejada en la cara una y otra vez hasta que ella hubo logrado darles estabilidad y una nueva vida tras el abandono de sus padres. Ella le había dado a sus hermanas todo el amor que sus padres se habían negado a darles…


—¿Papá? —la pequeña dió unos pasos hacia delante lentamente—. Has estado fuera mucho tiempo. La nana Marisa tenía miedo de que no regresaras.


—Valentina —murmuró Pedro, como si le doliera decir aquel nombre.


La emoción se palpaba en el ambiente.


—Acepto tus condiciones —espetó Paula, que sabía que no tenía otra opción—. Trabajaré para vender mis vestidos lo antes posible. Asistiré a los eventos sociales contigo hasta que la situación económica de María mejore, y entonces lo haré sin tí. 


—Una elección acertada.


—Me tengo que marchar, o si no perderé el tranvía. Es… Es por allí — dijo, señalando al azar una dirección—. Estaré en contacto sobre nuestro… Acuerdo.


—No tienes mi número —dijo Pedro, sacando una tarjeta de su bolsillo y dándosela.


—Está bien. Ahora ya lo tengo. Adiós —dijo Paula, marchándose de allí a toda prisa. 



Cuando Paula llegó a su piso, trató de mantener sus emociones bajo control, pero habían pasado demasiadas cosas muy rápido y no sabía cómo comenzar a asimilarlo.


—Estoy en casa —dijo en alto al entrar.


Su hermana Sofía salió a recibirla.


—Hola. ¿Qué te parece este color de pelo? Se supone que me lo tengo que enjuagar, pero parece bastante… —Sofía dejó de hablar—. Parece que hayas visto un fantasma.


—Sí —Paula se rió, pero se contuvo de seguir haciéndolo, ya que rozaba la histeria—. He visto un fantasma. Y si no hago lo que él quiere, me va a arrebatar el sueño de mi vida.


Sofía se quedó mirando a su hermana y tomó el teléfono inalámbrico, telefoneando con marcación rápida.


—¿Puedes venir? Me parece que tenemos que celebrar una asamblea familiar.


—Estoy bien, Sofi. No tienes que preocuparte por nada —dijo Paula. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario