lunes, 13 de noviembre de 2023

Irresistible: Capítulo 46

 —Tengo que rescatar más plantas. Tal vez pueda poner un vivero para plantas rescatadas. Al menos ellas agradecen mis atenciones —aunque la mayoría acababan muriéndose.


—¿Qué dices, cielo? —oyó que decía la voz de Eduardo desde el otro lado del teléfono.


—Nada, Eduardo, no era importante.


Pedro levantó la vista al oírla. También él estaba hablando por teléfono, llevaba toda la mañana haciéndolo, y apenas se había acercado a ella.


—¿Me escuchas, Paula?


—Lo siento, Eduardo. Iré a la cena y estarás bien representado. «Intentaré no atragantarme cuando vea a tu nieto, porque estar cerca de él es lo último que deseo en este momento».


—... Entonces pon las carpetas en un sobre de seguridad y mándamelo a casa.


Eduardo acababa de pedirle los archivos de contabilidad, junto con las hojas de datos de cada departamento de ese mes.


—¿Estás seguro de que quieres hacerlo? ¿No quieres esperar a estar mejor?


—Soy perfectamente capaz de hacerlo —le dijo él enfadado—. ¡Haz tu trabajo y mándamelo todo enseguida!


Era la primera vez que Eduardo le gritaba y le dolió.


—Claro. Lo haré enseguida.


—Hay una llave del armario de los archivos en una bolsa sobre la estantería más alta de mi despacho, a la izquierda de la puerta. Asegúrate de que la dejas de nuevo ahí cuando acabes —aunque su voz se dulcificó un poco, Eduardo colgó con brusquedad.


Cuando Pedro acabó de llamar por teléfono y salió un momento de la oficina, ella aprovechó para ir a buscar los archivos. Lo último que quería era hacerlo en su presencia, pues ya era bastante malo tener el recuerdo de su torso desnudo en el coche. Apenas un minuto después de despedir al mensajero con los archivos, sonó el teléfono y Paula contestó.


—Soy Marcos Erickson. Me gustaría hablar con Pedro Alfonso, por favor —el hombre tenía un acento que ella no acababa de identificar.


—El señor Alfonso ha salido un momento —se ofreció a tomar el mensaje, y el hombre, después de dudar un momento, se lo dió.


Cuando se dió cuenta de lo que estaba anotando, su clara escritura se transformó en un borrón. A pesar de todo, se despidió correctamente del hombre asegurándole de que entregaría su mensaje. ¡Desde luego que lo haría!


—¿Eso es para mí? —dijo Pedro al ver el papel, nada más entrar a la oficina.


—Sí —y esta vez, al mirar a Pedro no sintió nada más que rabia—. Tu «Recién contratado» se ha disculpado por llamar antes de lo acordado, pero quería comunicarte que ha tomado una decisión: Estará encantado de aceptar el puesto de director general de Montbank S.A en Australia.

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