lunes, 27 de noviembre de 2023

No Esperaba Encontrarte: Capítulo 4

 —A medida que vaya creando una cartera de clientes, se venderán más vestidos y María recibirá un gran beneficio por la inversión que hizo.


Pero nada de eso funcionaría si María entraba en bancarrota…


—Voy a telefonear a María para averiguar cómo están las cosas.


María podía disipar el miedo que se estaba apoderando de Bella. Todo estaría bien de nuevo, salvo por la intención de Pedro de ser parte de la vida de su tía, lo que provocaría que tuviera contacto con Paula.


—No puedo permitir que telefonees a mi tía. No quiero que sepa que compré… Que la investigué. Quiero una oportunidad de poder conocerla sin que se interpongan asuntos comerciales.


Paula sintió la necesidad de hablar con sus hermanas, de oír sus voces para que la reconfortaran, pero si les telefoneaba, hablaría demasiado. Y sabía que no debía hacerlo. Ellas sabían que había tenido un problema en Milán con un hombre, pero no les había contado los detalles de aquella devastadora experiencia. Ella sólo había tenido diecinueve años por aquel entonces…


—La prevaricación es una pérdida de tiempo, Paula. El acuerdo te favorece. María tiene problemas financieros porque tú ejerciste presión para conseguir diseñar tus vestidos. Conocieras sus problemas económicos o no, tus exigencias eran inaceptables y espero ver que lo remedias. Estos son los hechos. Ahora, te voy a dar dos opciones para reparar el daño.


La expresión de la cara de Pedro se endureció mientras se quedaba mirando a Paula.


—La primera opción es que pagues cada céntimo de lo que ella te ha prestado y que entonces te marches.


—Esto no es sólo cuestión de dinero, Pedro. María ha accedido a lanzar mi marca, mi nombre. Si pidiera un préstamo para pagar lo que ella me dió, no podría restablecerme en otra parte. Ya no tengo dinero. Lo he invertido en tejidos e ideas para nuevos vestidos.


—Supongo que eso nos lleva a la segunda opción —dijo él, dando un paso adelante.


—¿Oh? ¿Y cuál es? —preguntó Paula, tratando de no pensar en lo cerca que estaban el uno del otro, tratando de no sentirse intimidada ni confundida.


—Es bastante simple, Paula. Tienes que asegurarte de que cada vestido que mi tía te compró se venda rápido y a buen precio.


—Claro. Haré que eso ocurra —dijo, pensando que buscaría una madrina en las páginas amarillas para que agitara su varita mágica por ella— . La rapidez no es el ingrediente principal en mi plan de trabajo. María lo sabía. Es por lo que estuvimos de acuerdo en un plazo de cinco años.


—Esos cinco años ya no son válidos. Debes salir y atraer clientes de las altas esferas para vender hasta el último de esos vestidos… Y rápido.


—Siento decepcionarte, Pedro, pero no tengo acceso a ese tipo de gente.


—Estando a mi lado, se te abrirán esas puertas —dijo él, esbozando una nefasta sonrisa—. Te pasearás entre ellos hasta que las finanzas de María se arreglen. Me pegaré a tí para conseguirlo.


—No. Ni siquiera sé si estás diciendo la verdad.


Paula se enfureció; todo el enfado que había guardado en su alma explotó. 


—Después de todo, esconder la verdad es lo que haces, ¿Verdad, Pedro? Fingiste no tener esposa. Dime, ¿Te dolió perderla? ¿O simplemente te alegraste de librarte de ella para así continuar con tus romances sin que te pesara la conciencia? 

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