viernes, 24 de noviembre de 2023

Irresistible: Capítulo 74

 —Lo serás —le dijo él con decisión—. Y yo te ayudaré a cuidar de las plantas —su expresión se volvió más seria—. Eres todo mi mundo, eres todo lo que siempre había soñado. Te quiero, Pau. Nuestro hijo no ha sido más que un extra, y lo querremos como nos queremos el uno al otro.


—Yo también te quiero —su voz se volvió un susurro—. Y me gusta la idea de ser tu esposa.


—Y a mí la de ser tu marido —la levantó en brazos y le dio una vuelta, pero se detuvo para no marearla con una sonrisa de cordero—. No quiero enfadar al bebé.


Entonces ella lo miró y le preguntó algo que acababa de descubrir.


—¿Desde cuándo la filial en el extranjero es tuya?


—Desde que me marché hace seis años. Eduardo insistió en que podría sacar mucho de ella.


—Ya veo —dió unos golpecitos al suelo con los pies—. Y ¿como cuánto de bien te ha ido? ¿Cómo de rosa es... Nuestro futuro?


—Bueno, he trabajado mucho y...


—Pedro...


—Bueno, soy multimillonario.


—Oh, ¿Sólo eso? —ella echó a reír al ver su expresión de sorpresa y después de alivio—. ¿Te das cuenta de que Bella no te va a perdonar fácilmente?


—Sí, pero he sacado dos hermanas de todo esto, así que no me importa nada.


—Y tendrás que mantenerte alejado de Sofía con las tijeras en la mano, y Leonardo te hará un tercer grado...


—No me gusta Leonardo, pero... Lo haré por tí.


Y la besó con amor y pasión, pero también con la convicción de que eso duraría para siempre. Ella tenía el corazón lleno de felicidad: Entre Pedro y ella construirían una familia para su hijo y estarían juntos en lo bueno y en lo malo.


—Me alegro de que vinieras a ayudar a tu abuelo después del ataque.


—Yo también, aunque me dieras dolor de cabeza desde que te conocí —la abrazó con fuerza y gruñó—. Y hablando de todo un poco, me gustaría llevarte a la cama.


—Entonces vamos a la casita o... ¿Quieres acabar lo que dejamos a medias en el coche el día de la tormenta?


Pedro se vió tentado, y mucho, pero esa noche no. Se despidieron con un grito y levantaron las cejas al oír las risas que venían del piso superior.


—Parece que mi abuelo se lo está pasando bien con el crucigrama —dijo Pedro sonriendo—. Vamonos a la casita.

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