viernes, 3 de noviembre de 2023

Irresistible: Capítulo 28

El día anterior le había pasado lo mismo: Ella le contó que los jueves salía a tomar café con Eduardo en lo que se había convertido en tradición, y él acabó llevándola a tomar su café favorito. Aparte de la atracción que sentía por él, que a veces conseguía mantener bajo control, Paula casi disfrutó de la salida. «Admítelo, puede ser un acompañante encantador».


—No es problema, pero, ¿Por qué no has traído hoy el coche?


Ella podía sentir los músculos de su cuerpo moviéndose contra su mano según caminaban, y era una sensación que la distraía demasiado.


—Yo...


—¿Le pasa algo?


—¿Algo...? —oh, el coche—. No, Gertie está bien. Nuestro mecánico se encarga de ella.


Leonardo también era su amigo y su vecino, y tenía un taller a las afueras de la ciudad. Les arreglaba muchas veces el coche sin cobrarles nada, y hasta las había ayudado con las clases de conducir a ella y a Sofía. Bella ya conducía cuando lo conocieron. Para devolverle la ayuda, Sofía le cortaba el pelo, Bella le presentaba a hombres interesantes y Paula le ordenaba el despacho para que pudiera volver a encontrar la mesa. Era un acuerdo perfecto para todos.


—Esta semana le toca a Sofi el coche. La semana pasada fue la de Bella, y la siguiente, me toca a mí, pero se lo cederé a Sofi la mayor parte del tiempo, que lo necesita más.


—Comprendo —probablemente él no tenía ni idea de lo que ella estaba diciendo.


¿Y quién podía culparlo? Lo único que tenía que hacer ella era apartarse de él... ¿Entonces, por qué no lo hacía? No podía estar planteándose de verdad el dejarse arrastrar a una relación temporal... «Sería una locura. Es en eso en lo que tienes que pensar, en  cómo te sentirás cuando se vaya». Cuando él llegó junto a su antiguo descapotable, ella se quedó boquiabierta. Aspecto deportivo, pintura roja y capota color crema, tapicería de cuero. Era un coche tan sexy que todos los pensamientos de contención y cautela quedaron automáticamente borrados de su cabeza. Era cierto que ese coche despertaba unos pensamientos muy sensuales. Era la pareja perfecta para... Gertie. Sí, un coche potente y perfecto que debería estar aparcado al lado del suyo, sólo por la estética del asunto, por nada más. Paula contuvo un gruñido. Tenía que dejar de pensar en esas cosas, o empezaría a imaginarse los dos coches compartiendo el garaje de una bonita casa en las afueras de la ciudad.


—Basta —murmuró para sí—. No sabrías lo que quieres aunque lo tuvieras escrito en «Esa parte del cuerpo que no debe ser nombrada».


Pedro condujo en silencio hasta el hospital, tal vez porque pensaba que viajaba con una lunática que hablaba sola todo el tiempo. El silencio tenía que haberle dado tiempo para recuperarse, pero el suave ronroneo del coche no la dejaba. Ni la comodidad del asiento, ni el olor del coche... Olía a Pedro. Ese coche comunicaba cuál era la verdadera esencia de él. ¿Cómo podía ser? Allí sentada se sentía como arropada por sus brazos.

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