lunes, 27 de noviembre de 2023

No Esperaba Encontrarte: Capítulo 1

Se acercó al María's, en Melbourne, un minuto antes de que cerraran, en una cálida tarde de verano. Era un hombre mediterráneo, alto, que sobresalía entre los demás.


—Buenas tardes y bienvenido a María's. ¿Puedo ayudarle en algo? — dijo Paula Chaves de manera profesional y educada.


Pero cuando el hombre se volvió hacia ella, una ráfaga de memorias se apoderó de su mente; hacía seis años, aquel hombre había tenido su corazón en sus manos. Se le hizo un nudo en la garganta mientras la furia, el dolor y la desilusión le recorrían el cuerpo. Se preguntó por qué estaría él allí.


—Cuando te explique lo que ocurre, no te va a quedar más remedio que ayudarme.


El profundo acento italiano de Pedro provocó que Paula se estremeciera…


—Pedro —susurró ella, que lo había creído fuera de su vida para siempre.


Lo miró como lo había hecho en Milán hacía tantos años; analizó su oscuro pelo, sus ojos marrón chocolate y aquella boca hecha para seducir. Pedro Alfonso desprendía sensualidad y poder.


—Sí, soy Pedro, el único e irremplazable. Ha pasado mucho tiempo, Paula —dijo, analizándola con la mirada—. Parece que los años te han favorecido.


A Paula le dió un vuelco el corazón y se preguntó cómo se atrevía él a mirarla de aquella manera. Nerviosa, se pasó una mano por su rubio moño.


—A tí también te han favorecido —admitió—. Tienes… Buen aspecto.


Entonces recordó que él le había arrebatado su hija a su madre, para después abandonarla.


—¿Qué haces aquí, Pedro? ¿Cómo puedo ayudarte?


—Nunca planeé volverte a ver, Paula —Pedro esbozó una dura mueca—. Te aseguro que preferiría no estar aquí.


—¿Preferirías no verme? Me temo que el sentimiento es mutuo — espetó ella. 


Pero entonces vió reflejada en los ojos de Pedro una dulce expresión y recordó algo que había parecido muy especial y correcto. Una leve vulnerabilidad se apoderó de ella. ¡Pero todo aquello era una ilusión!


—Estoy a punto de cerrar la tienda, así que sea lo que sea a por lo que has venido…


María, su jefa, la mataría por tratar de echar a un cliente, pero ella estaba fuera y Pedro no estaba allí en calidad de cliente.


—Cierra la tienda —Pedro señaló hacia la puerta principal—. Mejor aún, dame la llave y yo lo haré por tí mientras tú haces caja. Lo que te tengo que decir es mejor que te lo diga en privado.


—¡Qué sabrás tú de hacer caja!


Pero la familia de él era propietaria de joyerías a lo largo de toda Europa y otras partes del mundo. Y seguro que seguían el mismo procedimiento de hacer caja.


—De todas maneras, no sé si quiero hablar contigo a solas. Por si se te ha olvidado, no quedamos precisamente como amigos.


—No me he olvidado de nada —dijo él, mirándola—. Tengo una tienda a un par de manzanas de aquí —entonces dirigió la mirada hacia la ropa de la tienda—. Creo que sé cómo asegurar este lugar.


Paula sabía que una tienda de Diamantes Alfonso había abierto hacía dos semanas cerca de allí, pero lo había apartado de su mente.


—Pensaba que la tienda era una filial de la tienda de Sidney y que habría un gerente local. Pensaba que tú te dedicabas al diseño. 

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