lunes, 20 de noviembre de 2023

Irresistible: Capítulo 64

 —¿Dónde vas?


—A comprar un test de embarazo —se encogió de hombros—. No he comprado nunca ninguno, pero supongo que podré encontrarlo.


—Hum —y luego le haría usarlo, así, sin más...


—No te muevas. No quiero llegar y encontrarte desmayada en el suelo —se detuvo, como para pensar en sus propias palabras—. Creo que dejarte sola no es buena idea. Le diré a Gloria que vaya ella a comprar el test.


—Creo que no sería buena idea pedirle a la mujer más «Comunicativa» del departamento de compras que vaya a comprar un test de embarazo para nosotros.


Él la miró asombrado un momento y después se dio cuenta de lo que acababa de proponer.


—Creo que he perdido la cabeza temporalmente.


—Eso mismo pensaba yo —en otro momento, la situación podría haberle resultado divertida, pero no en aquél—. Gracias por cuidar de mí, pero yo iré a comprar el test y lo haré en casa cuando salga.


—Estás de broma.


—Pedro, no me voy a desmayar en medio de la oficina, ni en la calle ni nada parecido. Te lo prometo. Aún soy capaz de hacer muchas cosas yo sólita.


Él la miró, frunció el ceño y asintió. Después salió por la puerta a toda velocidad. Ver a Pedro tan alterado era algo completamente nuevo para ella. No sabía qué hacer. ¿Quedarse sentada a esperar? Justo entonces recibió una llamada de un administrativo de la empresa de estibadores. El chico decía una y otra vez que ella le había enviado un mensaje pidiéndole una copia del albarán de un envío.


—Eso no es cierto —le dijo ella por tercera vez—. Si hubiera hecho algo así, me acordaría.


El hombre colgó con un gruñido y segundos después una copia del correo electrónico apareció en su bandeja de correo entrante. ¡Al parecer había sido enviado desde su cuenta de correo! Estuvo buscando el correo electrónico sin suerte en la bandeja de entrada, hasta que miró en la papelera de correos borrados.


—Bingo. Vaya, alguien mandó este correo, pero no fui yo.


—¿Qué haces trabajando? Te dije que descansaras —Pedro entró a grandes zancadas en el despacho, cerró de un portazo y echó la llave—. Al menos no estás tan pálida.


—Hay algo extraño en mi correo electrónico.


—Sinceramente, Pau, en este momento me da igual que se te borre todo el disco duro del ordenador. Esto es más importante.  Aquí está el test —le dio una bolsita de papel blanca de farmacia—. Quiero que vengas con la tira aquí y que veamos juntos si salen las líneas, ¿De acuerdo?


—¿Cómo es que sabes tanto de test de embarazo?


—Me he leído las instrucciones según volvía.


Genial. Seguro que había recorrido la oficina con la cajita en la mano.


—Con discreción, las he leído con discreción.


Ella volvió al baño, sólo que esta vez roja como un tomate. Leyó las instrucciones hasta que tuvo claro qué hacer.

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