viernes, 17 de noviembre de 2023

Irresistible: Capítulo 59

 —Yo también te deseo —gruñó él—. Quiero desnudarte lentamente y ver el resultado. Quiero tocarte, acariciarte y conocerte —él se estremeció. Tal vez aquello fuera una locura, pero no podía dejarla ir. Nunca más.


—Bésame ahora —le dijo mientras caminaban hacia el dormitorio—. Bésame como si no pudieras esperar ni un segundo más para hacerlo.


Él rió de un modo extraño.


—¿No sabes que ése es el modo en que me siento? Te necesito. Esta noche... Ha cambiado muchas cosas. Me ha cambiado a mí. Ya no tengo fuerzas para seguir luchando.


—Yo tampoco —su expresión se volvió más dulce—. Te necesito, Pedro. Mucho. Por favor, no me sigas diciendo que no. Sólo esta noche.


Él gimió y perdió la batalla de una vez por todas. Cayó sobre su boca como si se tratara del elixir de la vida. Y tal vez lo fuera, porque desde que lo probó, su cuerpo empezó a vibrar. Al notar sus curvas bajo la fina tela del vestido, una oleada de calor recorrió su cuerpo.


—Pedro.


Él se dijo que debía recordar ese sonido, así como el tacto de su cuerpo, y notó que la emoción lo embargaba y su corazón gritaba: «¡Sí, sí, sí!» La besó como si le hiciera el amor, dando y tomando, mientras la sujetaba con fuerza, y entonces recordó las heridas de su hombro.


—No quiero hacerte daño.


—No lo harás. Hay otras cosas ahora que me hacen mucho más daño. Me hace daño el desear tus caricias. Me hace daño lo mucho que te deseo —ella se estiró y arqueó el cuerpo contra el de él—. Bésame, Pedro. Bésame una y otra vez.


Pedro vió lo mucho que lo necesitaba en su rostro. Demasiado, y aunque él no dijo nada, Paula vió la advertencia en sus ojos. Aquello cambiaría las cosas entre ellos, así que si quería parar tendría que hacerlo antes de que fuera demasiado tarde. Aunque ella ya sabía que era demasiado tarde. «Quiero que seas tú, Pedro, la persona para la que he esperado antes incluso de conocerte. Nunca volveré a amar así, así que tomaré esta noche y la guardaré para el resto de mi vida». Tal vez lo cambiara a él y decidiera que se había cansado de su estilo de vida vagabundo. ¡Qué tonta! Pero en ese momento no le importaba nada, porque estaba decidida a no volver atrás.


—Hazme el amor, Pedro. Lo hemos pospuesto demasiado tiempo, pero esto tenía que acabar pasando. Deja que sea hoy.


Él miró sin abrazarla, hasta que no consiguió controlarse más y dijo:


—Has tenido tu oportunidad de decir que no —entonces depositó una lluvia de besos sobre su cuello y su pecho, por encima del escote del vestido—. Ven aquí —dijo, abrazándola en una promesa de lo más sensual.


—¿Es que va a comerme, señor Lobo? —rió ella, y él gruñó.


—¿Quieres comprobarlo?


—Sí —su sonrisa desapareció. Le quitó primero uno y después el segundo botón de los dos puños. Después vinieron los botones de la pechera hasta que pudo deslizar la camisa por sus hombros.


—Quiero tocarte y aprenderme todo tu cuerpo.


Él contuvo el aliento mientras ella recorría con las manos su espalda, su trasero, sus muslos...


—Quítate el vestido.


Por primera vez, ella dudó. No había pensado que tendría que descubrir la parte maldita de su anatomía.

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