lunes, 30 de octubre de 2023

Irresistible: Capitulo 20

 -Al menos Teresa lo ha dejado por hoy —Pedro apagó el ordenador con más fuerza de la necesaria.


La pantalla se apagó, él se levantó y se puso la chaqueta y el abrigo. Esos cinco días habían sido todo un reto, y muy estimulantes, añadió una voz en su cerebro, para su desgracia. Teresa no había sido la culpable; Pedro esperaba haberla convencido para que dejase de llamar a la oficina y de enviarle patéticos correos electrónicos en un intento de retomar algo entre ellos que nunca existió. Sus apenas encubiertos esfuerzos por enterarse de la situación financiera de la empresa fueron despachados sin contemplación por él. Sus abogados le habían dejado claro que no lograría nada si intentaba declarar incapacitado a Henry o hacerse con el control de algo más allá de su paga. Simplemente, tenía que aprender a asimilar la derrota.


—Gracias, señor Dimitri. El señor Alfonso no tiene tiempo para atenderlo en este momento, pero yo le daré el mensaje.


El sonido de la voz de Paula en la sala de al lado mientras atendía una llamada, despertó los sentidos de Pedro. La oyó moverse por el despacho, seguramente colocando la carga de cosas que llevaba siempre consigo de un lado al otro de la oficina.


—¿Has acabado ya? —le dijo mientras agarraba el maletín—. No puedo cerrar el despacho principal hasta que no hayas acabado.


En aquel momento, cerrar esa sala era lo que más le apetecía hacer, porque llevaba todo el día intentando hacer cuadrar unas cifras de contabilidad que había descubierto poco antes. Pedro no tenía tiempo para hablar de eso con ella, y tal vez no lo hiciera hasta que no hubiera solucionado el problema. El marcharse a casa, a la casita de Eduardo, no lo ayudaba. Aun allí seguía pensando en ella. Pero al menos, en la casita Teresa no lo encontraría. Por alguna razón, Eduardo nunca le había hablado a su mujer de esa casa, aunque Paula sí sabía de su existencia.


—Perdona por tomarme mi trabajo en serio —le respondió ella con tono glaciar.


—De acuerdo. Como quieras —no quería pensar en la casita y hablar con ella al mismo tiempo... Le hacía desear llevársela allí y disponer de su cuerpo todo el tiempo que quisiera.


Por primera vez en su vida deseaba a una mujer que era completamente inapropiada para él, y parecía incapaz de detener esa atracción. A Pedro no le gustaba que las cosas escapasen de su control, y se dirigió directamente a su oficina:


—¿Quién es ese Dimitri y qué quería? —se detuvo tan bruscamente tras ella que la parte trasera del abrigo le chocó contra las piernas.


Paula estaba guardando un montón de papeles en su bolsa de arpillera y su rostro se tiñó de culpabilidad. Tal vez sacara y metiera muchas cosas en la oficina, pero todas eran objetos personales. Él dejó ir su imaginación un paso más allá y le dió una respuesta a la pregunta que aún no había formulado. Una desagradable sensación le corrió por el estómago. «Dime que hay alguna explicación simple para esto, Paula, porque no quiero pensar lo peor de tí».

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